Ese viernes, había más gente que de costumbre. La sala se empezó a llenar antes de lo habitual.
Será una noche movidita, pensó Julia
Estaba reponiendo los refrescos en las neveras de su barra y a lo lejos veía como, su hermana Andrea, en otra barra, servia copas sin parar a los clientes de la discoteca.
Era su hermana, pero sentía un cariño especial por ella. Algo que iba mas allá de los lazos de sangre. Julia con sus 24 años era dos años mayor que Andrea.
Desde que eran pequeñas, cada una adopto un rol en su relación. Julia era la mayor y se comportaba como tal, siempre la protegía y le guiaba. La reprendía cuando era necesario y le daba todo su apoyo y cariño ante cualquier adversidad. Eso, quizás condiciono el desarrollo de su personalidad y su carácter. Parecía tener mas años de los que tenia en realidad. También influyo el tener unos padres mayores. Andrea era todo lo contrario a su hermana. Jovial, dicharachera y mas niña de lo que decía su fecha de nacimiento. A la vez era bastante ingenua y confiada, algo que a Julia le sacaba de quicio y por eso la reprendía con cariño constantemente.
- Algún día tendrás un problema serio por ser tan confiada – Le decía Julia a menudo
Dejaron el pueblo para ir a estudiar a la Universidad, en la ciudad. Se alojaron en un piso de estudiantes. A sus padres no les hizo mucha gracia, pero las niñas iban a estar juntas, con otras chicas y sobre todo, las dos estaban de acuerdo y convencidas de que era lo mejor.
Una de las compañeras de piso, les propuso el trabajo en la nueva discoteca. Solo era para los fines de semana y no les quitaría demasiado tiempo de estudio. Vieron la posibilidad de ayudar a sus padres en el esfuerzo económico que estaban realizando para que ellas estudiasen y aceptaron el trabajo.
Juan, era lo que se podría llamar un bragueta fácil. Abogado. Casado. Con un hijo de cuatro años. Sin problemas económicos, pero con un problema de falta de madurez que asustaba a propios y extraños
Era el arquetipo del triunfador.
Iba habitualmente a tomar alguna copa a esa discoteca, mientras decía a su mujer que se quedaba en el despacho trabajando hasta muy tarde.
Hacia ya tiempo que tenia como objetivo follarse a Andrea. Ella se resistía a entrar en su juego, pero el sabia que era cuestión de insistir. Siempre conseguía las mujeres a las que echaba el ojo. Si no era de una forma, de otra. Era guapo, tenia dinero, seductor, sabia decir lo conveniente en cada momento, y al final, las convencía.
Algo le decía que aquella iba a ser su noche. Había mandado a su familia a la casa de la playa y estaba solo.
Andrea estaba mas receptiva que de costumbre y le sonreía a menudo enviando mensajes escondidos
Se tomo bastantes copas, pero aguantaba bien el alcohol.
Cuando faltaba poco tiempo para cerrar, Juan decidió jugarse el todo por el todo y le propuso a Andrea tomar u
La ultima copa en su casa
Andrea acepto
Julia observo durante toda la noche, que a pesar de la multitud de gente que había entorno a la barra donde estaba Andrea, ella no paraba de hablar con ese tipo.
No le caía bien, sabia que era cliente habitual. Una vez intento tirarle los tejos y su respuesta fue tan fría que ya no volvió a hacerlo, pero conocía a ese tipo de personas. Eran despreciables. No las soportaba.
Había advertido a Andrea sobre la fauna que se encuentra en las discotecas. Y este era un animal de la peor especie.
Cuando Andrea se acerco para decirle que no volvería con ella a casa, intento convencerla de que no se fuese con ese tío. Pero era terca como una mula y no lo consiguió. Le gustaba, solo iba a ser una copa y además podía hacer lo que quisiese. Esos fueron sus argumentos.
Juan la recogió con su Mercedes en la puerta de la discoteca.
Estaba amaneciendo
Vivía en las afueras de la ciudad, en una urbanización de lujo. A esas horas no había riesgo de que nadie les viese.
Entro en el garaje y desde allí, accedieron a la vivienda.
Juan iba bastante bebido a pesar de que lo disimulaba bien.
Entraron al salón de la casa. Puso música y le ofreció algo de beber.
Andrea llevaba una minifalda muy corta y una camiseta que marcaba todas sus curvas. Juan no dejaba de mirarla con deseo.
Después de diez minutos de charla intrascendente, se acerco e intento besarla con torpeza.
Andrea acepto el primer beso, pero noto algo que no le gusto.
Cuando Juan volvió a repetirlo, Andrea se retiro.
El puso cara de estupefacción primero y de mala leche después
- ¿Qué pasa? – Pregunto
- Nada , solo que no me apetece
- ¿Cómo que no te apetece? ¿A que te crees que hemos venido?
La cogió de los brazos con fuerza y volvió a intentar besarla, pero ella se zafo y lo evitó.
Ahí llego la primera bofetada.
Se encontraban sentados en un sofá, y el venció su peso hacia ella, que empezó a resistirse y a suplicarle
- No, por favor, no lo hagas
- Eres una puta, como todas. ¿Te crees que puedes estar calentándome durante días y ahora dejarme así?
Andrea intentaba retirarse, pero las fuerzas eran totalmente desiguales
Le subió la camiseta hasta dejar a la vista el sujetador de fantasía que ocultaba sus pechos y mientras con una mano le agarraba los dos brazos, con la otra se lo arrancó. A continuación su mano bajo hasta arrancar de un tiron el pequeño tanga que cubría la intimidad de Andrea
Mientras, ella se resistía cada vez con menos fuerzas y sollozaba sin parar
- No …, no …, no …
- ¡Calla puta!
Fue la respuesta del valiente abogado, seguida, esta vez de un puñetazo, que dejó a Andrea en un estado de semiinconsciencia.
Ya podía actuar con libertad. Soltó sus brazos y empezó a desnudarse.
Se tumbó encima de ella y le separó las piernas para facilitar la violación
Ella emitía pequeños gemidos de suplica que apenas se oían.
Se había dado por vencida y solo esperaba que terminase pronto
Noto un fuerte dolor cuando era forzada.
Unas lagrimas empezaron a deslizarse por su cara
Noto las embestidas que la desgarraban por dentro y con los ojos entre abiertos, lo miraba
Estaba aturdida, pero quería recordar cada rasgo de la cara de su violador.
El se dio cuenta
- ¡No me mires¡ - le grito
El alcohol no le dejaba terminar pronto y se estaba poniendo más nervioso
- ¡Te he dicho que no me mires!
Tomó un cojín del sofá, se lo puso en la cara para evitar verla y se echo encima de ella
No calculó bien la fuerza con que empujaba el cojín.
Su orgasmo estaba próximo.
Andrea reaccionó al ver que no podía respirar y comenzó a golpearle con los puños pero el, no se inmuto
Cuando acabó, un brazo de Andrea colgaba inerte.
Continuara……..