Sábado, cuatro de la tarde.
Todos nos habíamos acicalado para salir. Normalmente hacíamos planes pensando donde pasar la tarde.
La planta de internos estaba dividida en dos alas y un hall central donde nos reuníamos al sonido del timbre de llamada. Unos minutos después, aparecía el Hermano G. Se hacia un silencio sepulcral, sin que hiciese falta pedirlo, y su mano se perdía entre los botones de la sotana sacando lo que mas temíamos.
La libreta. La famosa libreta de tapas negras que era abierta por una pagina determinada, para dar comienzo al ritual.
El Hermano G nos miraba a todos con una sarcástica sonrisa, disfrutando el momento, antes de empezar a leer.
La longitud de la lista dependía de como había sido la semana y de su benevolencia a la hora de evaluar si eras merecedor del castigo o no. Podía contener entre dos y veinte nombres y la lectura de cada uno, indefectiblemente, acababa con una palabra: “Retención”
Conocíamos perfectamente su significado. Implicaba, no salir hasta la semana siguiente.
Esas horas, en las que los mas afortunados conseguían pisar las calles de Zaragoza, otros, estábamos señalados por el destino para aparecer misteriosamente en esa libreta, aunque no supiésemos las causas y las pasábamos perdiendo el tiempo en nuestras habitaciones (teóricamente estudiando).
Por que, eso si, como era un colegio de lujo, teníamos habitaciones individuales
Eran los últimos coletazos de la época en la que imperaba la máxima de “La letra con sangre entra”, y se producían habitualmente escenas que hoy serian calificadas de “malos tratos”, sin ningún pudor.
Había algunos “Hermanos” que eran conocidos por su facilidad a la hora de sacar la mano a pasear para dar bofetadas. Siempre hacíamos apuestas sobre la cantidad propinada en cada clase y el Hermano G era uno de los habituales ganadores. Impartía Latín y su media estaba en mas de 100 bofetadas por hora, que era el tiempo que duraba la clase.
Pero el Hermano G, y alguno mas como el, no eran considerados peligrosos entre nosotros. Ya estábamos habituados a llevar la cara colorada de sus caricias. El problema estaba con algún otro que, por esto de la movilidad geográfica en el trabajo, que ya existía entonces, nos venia rebotado de algún otro colegio.
Hubo uno, el Hermano B que estaba completamente loco, y si tenias la mala suerte de cruzarte en su camino, o estar en su clase cuando se alteraba su neurona (no creo que tuviese mas de una) te podía pasar cualquier cosa.
Era la época en que empezábamos a fumar. El patio del colegio tenia un rincón, mas o menos oculto en el que algunos nos metíamos durante el recreo a fumar un pitillo. Aquel día yo no tenia ganas y no fume, pero entre con los otros tres chavales que íbamos habitualmente. Al terminar, salíamos con disimulo, pero en esa ocasión, el Hermano B nos vio.
Nos llamo a los cuatro y después de intentar averiguar lo que estábamos haciendo y no conseguirlo, nos puso de rodillas, delante de el en mitad del patio. Nos fue mirando uno a uno. Estábamos completamente acojonados.
De repente me pregunto que de que me reía No hace falta decir que precisamente reírme, no me estaba riendo, mas bien todo lo contrario.
El interpreto que si, y me dio la primera bofetada que me tiro largo al suelo.
El espectáculo había comenzado.
Me incorpore para ponerme otra vez de rodillas y vino la segunda, y la tercera y la cuarta…….
Los chavales se habían arremolinado a una distancia prudente, pero observaban con estupor, según me dijeron después.
Había, también tres “Hermanos” mas, que debieron encontrarlo divertido, por que no hicieron nada para pararlo.
Durante quince minutos estuvo golpeándome sin parar en movimientos repetitivos en los que yo caía al suelo y me volvía a levantar para esperar la siguiente.
Tuve suerte
A partir de la cuarta o quinta, deje de sentir dolor.
No paso absolutamente nada
Otro tipo de espécimen calificado también como peligroso eran los “Hermanos manos largas”
Estos, que también venían exportados de otros colegios, no utilizaban la violencia, sino todo lo contrario.
Eran todo “amor y cariño” hacia nosotros. Por suerte hubo pocos durante mi época, pero, hubo uno que llamare Hermano X que hizo la vida imposible a algunos chavales. Yo tuve suerte y me libre de ser “favorito” suyo, pero otros no tuvieron tanta suerte.
Era indignante el descaro con que se dedicaba a acariciar a crios que no se atrevían a abrir la boca por miedo a las represalias, durante las clases.
No paso absolutamente nada
En una ocasión, otro interno como yo, recibió una carta de un amigo que paso la censura y se la dieron sin abrir.
El sobre contenía, además de una carta, recortes de revistas francesas en las que señoritas despojadas de sujetador, lucían unos hermosos pechos.
Cuando vimos el material, además de poner unos ojos como platos, establecimos unos días en los que iríamos disfrutando de la contemplación de tan exquisitas fotografías.
Sabéis que ocurrió
Pues que el día que yo estaba extasiado en mi habitación admirando las tetas en papel couche que me habían dejado, el Hermano G abrió la puerta y me pillo.
Después de la consiguiente retórica, de haber requisado el material y de hacerme jurar que me iba a confesar al día siguiente, me dijo que se iba a pensar si se lo decía al director, por que eso era expulsión inmediata.
El director se entero tres meses mas tarde. No me expulsaron
Poco después de saberlo el director, tuve que ir a pedir permiso para algo a la habitación del Hermano G que estaba junto a la del resto de los internos.
Tenia el armario de su habitación abierto . En una repisa del armario se veían los recortes de revista que me había requisado meses atrás
No me atreví a preguntarle si se confesaba todos los días
Pase seis años de mi vida interno en ese “colegio” y a pesar de eso, no visito al psiquiatra
Me resulta bastante chocante la situación actual en la que las victimas han pasado a ser verdugos y viceversa en muchos casos
¿No puede haber un sistema educativo racional?
¿Tan difícil de conseguir es?
Mi buena amiga Capri publicó no hace mucho la antítesis de lo que seria este post. Su lectura me trajo recuerdos deseados y nunca vividos, y me decidió a escribir mi experiencia escolar.
Fotos tomadas de Google