“Cada instante de la vida es un paso hacia la muerte”
Pierre Corneille
MORIR
Temor que define nuestra nula capacidad de aceptar que no todo lo desconocido, es intrínsecamente malo.
Dejar de existir en esta vida, librarnos de nuestras miserias, de nuestros problemas, de todo aquello que nos condiciona y que no somos capaces de eliminar.
A veces, solo a veces, es un panorama atractivo.
¿Apología del suicidio?, no, no es tan sencillo
Nuestra mente no comprende ni asimila que este hecho, no representa algo negativo per se.
Somos bufones en la corte del reino de los despropósitos
Miedo
Es inevitable caer en la trampa del miedo.
Miedo que representa el reflejo de nuestra propia ignorancia.
Desconocimiento de hacia donde nos lleva el siguiente paso en el camino. ¿Quizás ya no hay camino? Aferrarse a algo que, por malo que sea, al menos es conocido.
Alimentar esa bestia que todos llevamos dentro y con sutileza se va haciendo dueña de la situación, de nosotros.
Algunas veces lo provoca un hecho desagradable que se repite día tras día, noche tras noche, sin piedad, sin descanso hasta que se produce la catarsis.
Otras, es simplemente el vacío.
Vacío
La ausencia del todo, algo imposible incluso como concepto.
El reflejo de nuestra decepción por todo lo que nos rodea y nos importa.
Vacío que surge cuando nuestra mente racional deja de aplicar la lógica del pensamiento. Cuando todos los resortes que mantienen la máquina en marcha se niegan a funcionar.
Sumisión absoluta al desamparo, al desánimo.
Una decepción tan profunda e inexplicable, que nos lleva a pensar…… ¿Qué puede haber peor que esto?
Pensamiento
Capacidad de razonar, el regalo más envenenado
Dejar de pensar es la solución pero resulta materialmente imposible.
Regalo que acaba siendo el motor de nuestra propia destrucción.
“La muerte es un castigo para algunos, un regalo para otros y para muchos, un favor”
Séneca