Terminó su taza de café y se dirigió al cuarto de baño.
Antes de entrar en la ducha se miró en el espejo. Hacía ya mucho tiempo que no estaba satisfecha con lo que veía en él. Se había abandonado bastante y eso le pasaba factura. Su pecho comenzaba a perder la turgencia que le había caracterizado, su cintura comenzaba a recoger redondeces desconocidas anteriormente. Sus piernas, antes esbeltas, daban muestras de incipiente celulitis. Hizo una mueca de disgusto y abrió el agua.
Mientras se enjabonaba acarició su pecho con delicadeza y se estremeció levemente ante el estímulo. Le gustó. La esponja acariciaba su piel y descendió hasta el monte de la diosa. Allí un furtivo gemido le hizo recordar que hacía demasiado tiempo que no saciaba su sed de amor.
Dejó la esponja con precipitación Tomó la ducha con la mano y el agua comenzó a ocupar el lugar de la espuma.
Siempre ponía la ducha en modo masaje. Los chorros de agua caliente salían con una presión inusitada y le relajaban.
Al acercarla a su zona más intima, el orgasmo le sobrevino sin avisar. Tuvo que apoyarse con su mano libre para mantener el equilibrio. Las oleadas de placer llegaron de golpe acompañadas de unos ligeros espasmos mientras el ruido del agua sofocaba el sonido de sus gemidos. Unos segundos más tarde se quedó mirando el vaho que se formaba en la mampara mientras recuperaba la normalidad en su respiración.
Terminó de maquillarse discretamente y desnuda, fue a su dormitorio, donde su marido dormía plácidamente. Lo observó durante unos segundos. Todavía estaba excitada y, por un momento, pensó en acostarse junto a él, despertarlo y hacer el amor, pero fue solo un momento. Enseguida pensó -llegaré tarde, y con el trabajo que tengo hoy. Mejor no. Esta tarde, después de trabajar, se lo propongo-
La marea humana la empujó a entrar en el vagón de metro. Tuvo que aguantar que, como por descuido, una mano rozase durante demasiado tiempo sus nalgas. Era imposible moverse, así que deseó que no pasase a mayores. Por fin, dos estaciones más tarde, consiguió sentarse.
Mientras observaba a los viajeros, que como ella iban camino a ninguna parte, pensó en lo que habían sido sus últimos años. Terminó una carrera que nunca ejerció. Matrimonio estándar con un hijo que ya no estaba. Encontró un trabajo que no le gustaba, pero le permitía darse algún capricho. Un marido que al principio la colmaba de atenciones, cariño, besos y que con el tiempo fue perdiendo intensidad.
Desde hacía años sentía un vacío interior que no conseguía descifrar. No tenía grandes problemas, pero su insatisfacción era casi permanente. Hubo un tiempo en el que hubiese hablado de ello con su pareja, pero ambos habían cambiado mucho.
– “Las personas cambiamos, no podemos ser siempre como cuando teníamos 25 años”- decía el.
- “Si, pero en lugar de hacerlo de forma convergente, ha sido lo contrario” - pensaba ella.
La marea humana la escupió igual que 30 minutos antes la había succionado. Agradecía los días con sol. A pesar del frío invierno, el sol de daba o le restaba vitalidad según la intensidad de su presencia.
Caminó los 200 metros que le faltaban hasta llegar a su oficina, de forma automática y al llegar al ascensor, coincidió con él.
Lo veía cada día y no podía evitar una cierta desazón. Llevaban trabajando juntos tres años y no hubiese sido nada más que un compañero, si no hubiesen coincidido en la misma cafetería casi todos los días. Si no hubiesen comenzado a hablar cada vez con más confianza. Si él no le hubiese contado sus problemas de pareja y por fin, si no le hubiese dicho que se estaba enamorando de ella.
Ni quería ni podía tener una relación extramatrimonial. Pero no dejaba de pensar en ello, cuando lo veía. Se lo dijo y lo comprendió, pero no dejaba de buscar la manera de echar abajo su férrea defensa. Y esta cada vez era más débil.
No puedo hacerlo, pero si lo hiciese, sería solo un momento de diversión. Nada más. Y es que además es muy guapo. Solo diversión. Se repetía a si misma una y otra vez para autoconvencerse.
Se dio cuenta de que, en los momentos previos al orgasmo de la ducha, estaba pensando en él.
- Esto empieza a preocuparme - siguió pensando
Terminó su jornada y recogió su abrigo del guardarropa. Ahí volvió a coincidir con él.
- ¿Tomamos un café? – Le preguntó
- No puedo, me espera mi marido
Era mentira, pero ya no quería asumir más riesgos. Sabía que si volvía a insistir, o le intentaba besar, no podría decir que no, así que prefirió evitar el peligro
Llegó cansada a casa. Su marido se estaba preparando para ir a trabajar a la sala de juego.
Maldijo por lo bajo la mierda de vida que llevaban, que no les permitía estar más horas juntos, pero no recordó la propuesta que había pensado hacerle.
- Algún día nos pasará factura - pensó.
Le dio un beso en los labios, la miró a los ojos y le dijo
- Te quiero
- Y yo a ti
Salió por la puerta, despidiéndose hasta la madrugada.
Desde hacía cinco años apenas hacían el amor.
12 comentarios:
Que bien que escribes y expresas estas historias que son realidades en nuestros días, el deterioro de la pareja y la falta de comunicación.
Me ha conmovido mucho ver las dos partes de la historia. La verdad te invita a reflexionar mucho para intentar no caer uno mismo en esa clase de error.
besos
dcarry
Gracias por tus palabras Dcarry.
Una amiga me sugirió la segunda parte vista desde el otro lado y tenía razón.
Hay que conocer siempre las dos versiones, para poder opinar.
Ojalá tus reflexiones te lleven a buen puerto
H. Chinaski
Olvidé darte unos besos
Muaksss
La segunda parte de la historia hace ver que no todo es lo que parece.
No existe tal soledad hacia el otro, sino soledad dentro de ellos mismos.
Al igual que el corredor de fondo poner a cero su cronometro, una pareja ha de poner a cero de forma pareja sus corazones. Decir la verdad desde el interior.
Ah. Respecto al placer; Cuando más distancia hay entre dos más ganas de tener sexo. Que extraña contradicción.......
Resquicios de pasión...
Hola, me ha gustado tu blog. Lo primero, que contenga el nombre de Chinaski: hace un mes le dediqué una entrada completa a la película Factótum, protagonizada como sabrás por el propio Chinaski (Matt Dillon). Luego, que elijas al conejo de Alicia: de Alicia hablo en mi última entrada, a colación de la película 'Los mundos de Coraline.
Saludos.
Que complicadas hacemos las cosas ...distancia, cercanía, pasión, costumbre, soledad. Todo enmarcado bajo tus palabras.
Bikiños!
Shinta
La soledad es un bien difícil de administrar.
Hay parejas que viven juntas en soledad.
Hay soledades que son necesarias
Hay soledades que destruyen
Hay soledades que unen
Depende de cada persona
Respecto al placer, mi querida Shinta, en mi opinión es la armonía lo que da o quita ganas de tener sexo
Besos
Alma
Son mucho más que resquicios
Besos
Jose Angel
Me alegra saber que compartimos admiración por un escritor.
He leido y releido mucho de Bukowski y siempre encuentro matices nuevos.
En su aparente sencillez y brutalidad al escribir llega más lejos que muchos "divos" de las letras.
Gracias por tu visita
H. Chinaski
Mayte
Tienes mucha razón, a veces complicamos las cosas innecesariamente, pero otras muchas nos las complican sin que podamos hacer mucho para cambiarlas.
Besos
H. Chinaski
y se trato del primer te quiero?
apenas hacían el amor...
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