Cuando conseguí que María se tranquilizase un poco, después de limpiar los restos de sangre de su cara y sus manos, intenté entender lo que había podido ocurrir.
Le di una bata y la acompañe al estudio. Yo fui a ponerme algo encima y mientras, estuve pensando.
¿Quién podía destrozar a un pobre gato de esa forma y ensañarse en frotar con su cuerpo las paredes del baño? ¿Quién podía estar tan loco?
Solo podía haber sido una persona y se lo dije. Mi exmujer era la única que podía haber entrado en la casa. No había signos de que la cerradura estuviese forzada. Todo estaba en orden excepto el baño. Y solo ella tenia llaves de la que fue su vivienda. Cuando se marcho no se las quise pedir. Al fin y al cabo, era ella la que se iba. Tampoco quise cambiar la cerradura. Quizás mi subconsciente me traicionó, pensando que podía arrepentirse y volver. Después, con el paso de los años, olvidé completamente el hecho.
Después de una hora y cuando parecía estar mas tranquila, dijo que se iba a marchar a su casa.
Nos despedimos hasta el día siguiente con un beso en la mejilla. No creo que esa noche pudiese pegar ojo.
Cuando se marchó me puse a limpiar todo el destrozo.
Descolgué a Némesis de la lámpara y la metí en una bolsa de basura. Sentí pena por el animal. Para ser una gata, era dócil y cariñosa. Me hacia mucha compañía y sabia que la echaría en falta.
Fregué todo el baño hasta que desapareció cualquier rastro de sangre, y al terminar, cansado, me fui al estudio. Mientras seguía dando vueltas a la causa que podía haber inducido a Nieves a hacer una cosa así. La relación desde la separación había sido fría, pero normal, aunque no nos habíamos vuelto a ver en persona.
El cansancio me venció. La herida de la mano había vuelto a sangrar del esfuerzo de fregar y me dolía. Decidí tomarme un analgésico fuerte y me acosté.
Al día siguiente nos encontramos en la tienda. María, como siempre, ya había abierto y estaba tomando un café. Después de un cortés Buenos días ¿Cómo estas?, me metí en la trastienda. La situación era un poco violenta. , tras los episodios del gato y de sexo entre nosotros, no sabia muy bien como tratarla. Salí y opte por estar normal, como si los acontecimientos de la noche pasada no hubiesen tenido lugar. Ella actuaba como yo, así que el día transcurrió como otro cualquiera.
Poco antes de la hora de cerrar, le hable como había estado deseando hacerlo todo el tiempo, pero no me había atrevido. Le dije que lamentaba como había terminado la noche. Que lo que ocurrió entre nosotros, a pesar de que fue de forma casual, me había gustado, y que no quería agobiarla, pero que me gustaría que aceptase mi invitación para cenar esa noche.
Ella me había estado mirando desde que empecé a hablar, sin decir nada y cuando le propuse la cena, sonrió y me dijo
- Acepto
Fuimos a un restaurante francés, próximo a la librería, que tenia una exquisita cocina. Pedimos unos entrantes ligeros para compartir y yo pedí un Filet Mignon a la pimienta de segundo. María no quiso tomar nada más.
Todo fue perfecto hasta que llegamos a mi segundo plato, en que mi mano izquierda se negó a obedecer la orden inconsciente de coger el tenedor, para poder cortar la carne. Intenté disimular como pude y opte por decir que no tenía más hambre. María pensó que la herida no me permitía cortarla y se ofreció a hacerlo, pero me negué. Quería salir de allí cuanto antes.
Fuimos a mi casa en su pequeño utilitario y esta vez no hubo sorpresas durante el trayecto.
Me puse a preparar el café y María me pregunto si podía ver la casa. Le sorprendió mi colección de libros de ocultismo y me iba haciendo preguntas desde el estudio mientras yo ponía las tazas en la bandeja. Cuando llegué tenía entre sus manos El Necronomicon.
Me asuste al verla. Aunque ella no podía apreciarlo, estaba mirando el libro con interés. Se quedaba extasiada con las láminas dibujadas y los extraños caracteres que formaban un texto incomprensible para ella. Lo que ella no podía ver era que las tapas, hechas con piel humana, según la leyenda, y labradas representando la cara de Lucifer, tenían un tono marrón hasta entonces. En esos momentos, habían adquirido un color rojo muy parecido al de la sangre.
Con la excusa de que sirviese el café, le quité el libro de las manos, teniendo cuidado de no cerrarlo delante de ella. Cuando fui a depositarlo en su lugar en la estantería, había recobrado su color habitual, pero me dejo una sensación extraña al cogerlo. Era como si tuviese vida.
Hicimos el amor sin esperar demasiado. Los dos teníamos ganas. Los dos queríamos Estaban naciendo sentimientos que hacia años que no recordaba. Esa vez fue dulce como la miel y yo intente estar a su altura.
No quiso quedarse a dormir y a pesar de que era ya madrugada se marcho a su casa. En el fondo se lo agradecí. Quería estar solo. Me había inquietado el efecto del libro.
Cuando se marchó, pensé en poner en práctica algo de lo que había aprendido con mi nueva afición.
Encendí una vela y la puse en la mesa. Tome el Necronomicon y lo deposité también en la mesa.
Saque un tablero de Ouija que había comprado en una tienda de artículos esotéricos, y con el complete lo que necesitaba para iniciar la sesión. Apague la luz y me senté.
El ritual de la Ouija requiere sobre todo concentración al principio. Dejar la mente en blanco, hacer una invocación al ser con el que se quiere contactar y esperar con una mano ligeramente apoyada sobre la pieza que se desplaza por el tablero señalando las letras. Nunca hay que empujar la pieza, solo acompañarla en su camino.
La habitación permanecía sumida en la penumbra. La escasa luz que proporcionaba la vela, apenas me permitía distinguir las letras del tablero. Incluso la noche, que hasta entonces había sido iluminada por una luna plena, pareció querer participar en la escenografía y nubes oscuras taparon los pocos rayos que entraban a través de la ventana.
Estaba inquieto. Había experimentado otras veces, pero siempre con más gente, e incluso acompañado, llegué a sentir miedo. Pero a pesar de eso, era mayor la necesidad de saber que me ocurría al miedo que pudiese sentir.
Mi mano izquierda, tomo la iniciativa sin quererlo yo, y se situó encima de la pieza móvil. En esa ocasión no iba a invocar a nadie en concreto, por que sabía que ese alguien quería contactar conmigo.
De hecho tenía el convencimiento de que ya estaba en mí.
Me concentré y en pocos segundos, la pieza empezó a moverse. Se desplazaba sin orden ni concierto y a una velocidad sorprendente.
Me costaba seguirla con el dedo e incluso, se movía sola.
Mientras observaba el movimiento, comencé a sentir frío. Mi respiración se tornó vaporosa y la temperatura de la habitación comenzó a bajar rápidamente.
La llama de la vela oscilaba ligeramente.
Sin esperar mas, comencé a preguntar
- ¿Quién eres?
La pieza se detuvo en el centro del tablero un instante y reanudo su movimiento, señalando letra a letra hasta ir formando palabras.
- Soy todos y soy uno. Me llamáis de muchas formas.
- Dime una
- Lucifer
- ¿Qué quieres de mi?
- Lo que quiero ya lo tengo
- Nada te he dado
- Cuando me llamaste, me lo diste todo. No esta en tu mano decidir.
A la vez que iba hablando con el tablero y seguía las letras, no me daba cuenta de que las tapas del libro, que estaba a escasos centímetros de mi, habían empezado a cambiar de color. Volvían a adquirir el color rojo de la sangre, y lo que me asusto de verdad cuando lo vi, fue que la cara demoníaca representada en la portada, había empezado a moverse.
Era como si ella me estuviese respondiendo a las preguntas
- ¿Mataste a Némesis?
- No hizo falta
- No se que supones que te he dado, pero no voy a hacerlo.
- Ya es mío y vendré a buscarlo
Mi angustia iba en aumento
- ¿Pero que es?
- Tu alma y tu vida
La tormenta estaba encima. En ese momento, un relámpago seguido de un ensordecedor trueno, iluminó unos instantes la habitación, y lo vi. Estaba a unos dos metros, frente a mi y flotaba en el aire. Le rodeaba un halo gris oscuro y habría tenido forma humana a no ser por que su rostro no tenía rasgos. Solo destacaban sus ojos, de color rojo y sin pupilas. Llevaba algo similar a una tunica negra, y tenia los brazos cruzados, acariciando algo en su regazo. Lo reconocí enseguida, su mancha blanca en el lomo era inconfundible, Tenia los ojos completamente amarillos, con una fina línea negra, el pelo erizado y bufaba sacando las uñas y enseñando los dientes mientras me miraba.
Era una pantomima siniestra de lo que fue Némesis
Fue solo un instante, pero me asusté tanto, que me levanté corriendo a encender la luz. Tropecé con la mesa cayendo encima de ella y tirando todo al suelo. Sentía como si el gato hubiese saltado de los brazos de su nuevo amo, para abalanzarse sobre mi cara.
Cuando llegué al interruptor y lo encendí, solo pude ver el destrozo que había hecho tras la caída.
Nada más.
La habitación estaba vacía. La vela se consumía, tirando gotas de cera sobre su soporte, y tanto el libro como el tablero, permanecían encima de la mesa.
No había ni rastro de los visitantes que segundos antes me habían puesto al borde de un infarto.
Fui a la cocina y me puse a llorar como un niño. No recogí nada. Dejé todo tal y como estaba y me marché de casa. No quería pasar la noche allí después de lo que había ocurrido.
La lluvia caía encima de mi cuando salí a la calle, pero no la notaba
Cogi un taxi y me fui a la tienda. Después de cerrar por dentro, me tumbé en el sofá de la habitación que hacia de despacho e intenté olvidar lo que había pasado.
A la mañana siguiente, María abrió la librería, como cada día, y se llevó un susto de muerte cuando me encontró allí.
Tenía un aspecto lamentable. Cara demacrada, sin afeitar, la ropa arrugada de intentar dormir en el sofá. Una pena, vamos.
Le conté la historia de que se había disparado la alarma de la tienda varias veces y que la policía, dado que no ocurría nada y parecía ser una avería, me sugirió que la desconectase. Yo no acepté, pero me quede a dormir allí por si volvía a ocurrir.
Pareció creerme y le dije que me iba a casa a darme una ducha y a cambiarme de ropa.
Cuando llegué al apartamento, abrí la puerta con cierto temor. Todavía estaban muy frescas las imágenes de la noche anterior. La casa estaba en silencio y todo permanecía tal cual lo dejé. Recogí un poco, me aseé y me fui otra vez a la tienda.
En los días sucesivos no podía conciliar el sueño. Las pocas veces que, presa del agotamiento, dormía unas horas, me despertaba sobresaltado. Seguía teniendo pesadillas. Veía la imagen de Némesis arrojándose a mi cara y destrozándola con sus uñas. Veía como en el intento de zafarme de el, mordía en mis labios arrancándome un trozo de ellos, que quedaba entre sus dientes. Veía como las afiladas uñas de sus patas se clavaban en mis ojos, provocándome un dolor insoportable. Y veía como la figura envuelta en una tunica negra, miraba con esos ojos ensangrentados y sin vida las escenas que se producían. Después me despertaba y llevaba mis manos a la cara para comprobar si todo seguía en su sitio.
Mi mano izquierda, parecía no pertenecerme. Mientras con la derecha me abotonaba la camisa, la izquierda y sin poder impedirlo, desabotonaba lo que acababa de hacer su hermana. Cuando me ponía a escribir con la pluma, mi mano izquierda se entretenía en quitarla de la otra mano para impedir que siguiese escribiendo.
Al principio pensé que me estaba volviendo loco, pero después comprendí que estaba poseído.
La situación empeoraba y decidí repetir la sesión de Ouija a pesar de lo ocurrido en la anterior. En esta me comunico que María también era su objetivo. Al principio no le creí, pero sabiendo con quien me la jugaba, le propuse un pacto. Si dejaba en paz a María, aceptaría entregarle mi vida y mi alma.
EL aceptó.
Y me engañó
La gota que colmó el vaso fue cuando en una ocasión en la que María estaba clasificando libros, subida en una escalera, a unos tres metros de altura, en un pasillo estrecho, al pasar a su lado, mi mano izquierda cogio la escalera y la movió con fuerza. Ella, que no esperaba esa acción, perdió el equilibrio y cayo al suelo con la mala fortuna de fracturarse el fémur. Le dije que había tropezado con la escalera al pasar.
Ella era el único punto de cordura en mi vida de los últimos días. Había llegado a quererla y EL quería hacerla desaparecer.
Después de llamar a una ambulancia y dejarla hospitalizada, decidí que esa noche acabaría todo
Me fui a casa, y empecé a escribir la historia que esta usted leyendo.
He comprendido que fue EL quien guiaba mi mano hacia las apetecibles piernas de las jóvenes.
He comprendido que fue EL quien guió mi mano hasta Némesis destrozando su cuerpo a golpes contra el lavabo.
He comprendido que fue EL quien me hizo utilizar el amasijo de huesos, sangre y vísceras como esponja para conseguir tan macabra decoración en el baño y colgarlo después de la lámpara
He comprendido que fue EL quien me hizo escribir el mensaje en el espejo para decirme que ya era suyo.
No se cuanto podré mantener la mano sujeta. Detecta SU presencia y eso le da mas fuerza.
En cualquier caso ya todo esta acabado y se lo que tengo que hacer.
María se intranquilizó después de varios días sin saber nada de el. Lo llamaba por teléfono y nadie respondía. En la tienda tampoco contestaba nadie.
Los vecinos ya no estaban dispuestos a aguantarlo más. Habían visto la paulatina degradación de ese hombre, pero esto ya clamaba al cielo. El olor que salía de su piso era insoportable y llamaron a la policía. La policía llamo a los bomberos y estos echaron la puerta abajo. A pesar de estar acostumbrados a escenas cruentas se quedaron sobrecogidos con lo que vieron.
En la cocina de la casa, tirado en el suelo, estaba el cadáver en proceso de putrefacción de Alejandro Navas. En la mesa de la cocina se encontró una cuchilla de carnicero, con la que, aparentemente, se había cortado el brazo izquierdo a la altura del codo.
Había muerto desangrado.
Lo que no se pudo explicar fue que la cara aparecía destrozada como si un animal se hubiese ensañado arañando y mordiendo en la misma. Se pensó en la posibilidad de que hubiesen sido ratas, a pesar de que no se encontró ni rastro de ningún roedor.
Nota del autor.-
Obviamente es una historia de ficción, pero tanto las descripciones de la técnica de la Ouija como del experimento de la vela y el espejo, son reales y se practican. Algo que desaconsejo
El libro del Necronomicon es quizás el principal libro maldito sobre ocultismo: Se dice que fue escrito por Satán y se encuadernó con piel humana. También se dice que su lectura produce la locura y que se pueden encontrar en el, rituales para invocar a seres malignos.
No se ha podido demostrar su existencia real.
Por ultimo, existe una rara enfermedad, poco frecuente por suerte, llamada El Síndrome de la Mano Extraña.
Suele aparecer como consecuencia de traumatismos en el cerebro, y sus efectos son que, generalmente la mano izquierda, realiza acciones sin obedecer las ordenes del cerebro.
El cine ha recogido en alguna película escenas basadas en esta enfermedad. Ej. Al diablo con el diablo o Dr. Strangelove.
Estas han sido las bases para este relato
H. Chinaski
Fotografias tomadas de Devianarts y Photobucket
Fotografias tomadas de Devianarts y Photobucket
16 comentarios:
Has conseguido hacerme pasar mucho miedo. Me costó leer evitando las fotografías. Y te escribo ahora muerta de un frío repentino.
Temo que si vuelves a escribir sobre ocultismo, no te leeré.
¿Estás bien? Da señales de vida, por favor.
Besos
Querido, nada leve su relato, no se privó de nada. Con lo que me estaba gustando el adjunto "María"...
Me estremeció, sorprendió y aplaudo su ficción.
Había como baches en la memoria de Alejandro donde poseído no recordaba haber sido el hacedor de los actos, entonces?
Agradezco leer rapidamente, cosa que me enseñaron muy pequeñita, por lo cual me devoró libros sin perderme nada y me alegra porque así he disfrutado de un tirón de la historia completa, que puedo decirte es mi favorita de todo lo que he leído por muchas razones que no vienen al caso decir :p
Fuera de mis gustos y experiencias personales, admiro mucho la capacidad de las personas que como tú, logran escribir extensamente sin perder la calidad en sus escritos, la intriga y menos el interes de quienes les leemos.
Y nada que me extiendo porque me encanto :D
Bikiños y bonito fin de semana.
QUERIDO CHINASKI BUENOS AIRES CAPITAL FEDERAL HOY FUE UN VERDADERO INFIERNO. EL CALOR NOS DEJO EXAUSTOS Y YO SIN PODER DEJAR DE LEER ESTA ULTIMA ENTREGA. ME LO IMPRIMI Y ME LO LLEVE A CASA MAS QUE COMODA LLEGUE A TERMINAR SU CUENTO. ME ATRAPO DE UNA MANERA INCREIBLE BRINDO POR SU IMAGINACION VERDADERAMENTE UNA JOYITA FELICITACIONES Y ESO QUE SE HIZO ESPERAR JIJIJI
SALUDOS
ATRAPA... SENCILLAMENTE: ATRAPA...
UN ABRAZO...
Hola.A pesar de la longitud del relato completo no he podido de leerlo hasta la última palabra.Lo que he encontrado apasionante.Felicitaciones.Sin duda volveré con más tiempo para disfrutar de sus escritos.
Me he tomado la libertad de enlazar su página en un blog dónde recopilo blogs y webs que han parecidos interesantes.Espero que no le moleste.
Saludos.
Te leí hace un rato, ufff...
Desde ayer peregrino por las páginas "amigas".
Entre las fotos, la música, el texto, la atmósfera creada, recreada, y requeteté, he tenido que encender las luces y llamar a filas a mis sueños.
Gracias por este texto. Por los pasados... por los que vendrán (madre mía, me ha quedado cual anuncio de coca no sé qué).
Tus letras siguen devorando mi noche. Tu música rompe mi silencio. Acojonaíto y pico.
Volveré, faltaría más.
Un abrazo, sin miedos.
Querido amigo.
No quiero extenderme, ni repetir lo que ya te han dicho los anteriores comentaristas.
El relato es estupendo por muchos motivos: el ambiente que logras crear, la intriga, la descripción de los personajes, tanto que casi daria para un post jajaa.
Claro que como una buena novela negra ahora me surgen dudas en mi cabecita loca:
¿Por qué se metió en el ese mundo? supongo que x simple curiosidad... no lo sé
Y María xk corria tb ese riesgo ¿por los sentimientos de él? ?por su relaccion ?
Lastima que ella no fuese un poco bruja para poder liberarlo de su posesión ...
Claro que si fuera asi, el relato tomaria otro caliz
No me hagas mucho caso, siempre busco hasta debajo de las piedras respuestas que nunca suelo encontrar.
Por último y para no extenderme demasiado quiero tb felicitarte ya no solo por tu relato si no por la información que nos das, tus notas a pie del mismo, me enriquecen y hacen que busque información, siempre es bueno conocer y tu logras que mi curiosidad se dispare y quiera saber más y más
Por todo eso te doy las gracias y x mas !
Un beso con mucho cariño .
Querido Chin, por una vez no muere la mujer. De poco le ha ido.
Ni que decir tiene que me ha embrujado todo él, leido de corrido sin parar en puntos ni comas, sedienta de desenlace.
Un buen argumente para ese síndrome tan extraño. ¿Sabes que hay otro síndrome llamado de las piernas inquietas? En este el individuo no puede para ante la necesidad imperiosa de mover las piernas sin parar. Sobre todo durante la noche.
....Pero ese no da miedo, verdad?
QUERIDO VENGA QUE MI RESPUESTA FUE DEMASIADO LARGA COMO PARA QUE NO LA LEA. OJO NO LE GRITO, QUEDO ASI Y ESTOY MUYYYYYYYYY APURADA.
ABRAZO
PERDON, BESOS.
Te felicito H. has conseguido mantenerme en tensión he repasado los tres escritos para no perder la continuidad del los mismos.
Por cierto el miedo ha invadido mis desayunos, querido, ufffffffff
Besos corazón!!!!!
Anoche "el club de tenis" no fue previa, fue posterior a la sesión ¿y sabe quien me acompañaba?
H. Chinaski y su "Factotum", a pesar de la hora y de la distancia hasta mi casa que no es poca, no había manera de poner stop.
Me ha recorrido un escalofrío por el cuerpo al leerte. Una pasada el relato.
Me encanta a pesar del miedo.
Besos y susurros muy dulces
Realmente GENIAL!!!!!
Me ha encantado y atrapado, y yo si conocia o conozco algunos de los apuntes a pie de pagina de este relato.
Volvere!! (no es una amenaza jajaja)
Besitossssssssss
Gracias Mar
Ya vi en tu blog que algunos de estos temas no te son desconocidos
Besos
Publicar un comentario