domingo, 2 de agosto de 2009

MOBBING


Acaricio su pecho con rabia.
No estaba disfrutando un momento de pasión. En realidad le daba igual.
Descargaba su agresividad en forma de deseo sexual, de la misma forma que hubiese podido liarse a puñetazos con el primero que se cruzase en su camino. Sin ninguna razón.
A ella parecía gustarle ese punto de sadismo.
Mordió su cuello y sus pezones arrancándole gemidos que le urgían a continuar.

Sonaba el concierto para cello de Haydn y los sonidos que la intérprete arrancaba al instrumento parecían marcar el ritmo del acto, como si se tratase de un metrónomo.
Quizás fue la música, era lo único que le calmaba. Su ritmo se normalizó. Acerco su boca al vientre de la mujer, le dio un beso mientras ella acariciaba su pelo y rompió a llorar como un niño.

Hacia dos días que lo conocía. Habían coincidido en una pequeña galería de arte en la que se exponían obras de un pintor novel.
Le llamó la atención la forma en la que observaba los cuadros. Parecía comunicarse con ellos. Tanto se abstraía que no se dio cuenta que era observado hasta que paso un buen rato.
Le pareció atractivo. Se acercó y le hizo un comentario banal sobre la pintura que estaba contemplando. Cenaron juntos aquella noche y cuando la acompaño a su casa quedaron para el día siguiente.

Puso el marca páginas en el libro y lo cerró. Dudó por unos momentos y por fin decidió ponerse a cocinar un postre.
Como al protagonista del libro que estaba leyendo, era de las pocas cosas que le relajaban.
Opto por hacer Coulant de Chocolate. Preparo cuidadosamente los ingredientes y los útiles de trabajo que iba a necesitar. Mantequilla, azúcar, huevos, harina, sal, canela y chocolate.
Pesó con precisión matemática las cantidades de cada ingrediente.
Lo aprendió cuando comenzaba a practicar. Las cantidades han de ser exactas. Un postre es como una formula química, si modificamos el peso de algún elemento, el resultado ya no es el mismo.
Cocinar le dejaba pensar con claridad

La similitud del protagonista del libro con sus circunstancias actuales eran demasiado parecidas. ¿era una casualidad? O el destino le estaba enviando algún mensaje.
El sufría desde hacia cuatro años el mismo problema que su protagonista, incluso el autor del libro quiso que coincidiesen en muchos aspectos. Descripción física, aficiones, etc.
Ocupaba un cargo importante en su empresa. Su trabajo siempre fue una parte muy importante de su vida y era bueno en lo que hacia. Es lo que le enseñaron desde pequeño y lo asimiló bien. Podría ser, perfectamente el estereotipo de la persona que empezando desde abajo llega alto a base de esfuerzo y sacrificio.
Cuatro años atrás era una persona alegre, poco intransigente, que conocía los errores humanos y los perdonaba.
Cuatro años atrás la empresa en la que trabajaba pasó por momentos delicados y se introdujeron cambios. Cambios que eran necesarios para reconducir la situación. Situación provocada por una mala gestión continuada del propietario del negocio, a pesar de los repetidos avisos que le anunciaban el desastre.
Hoy ni perdonaba ni olvidaba

Preparó los recipientes que contendrían el Coulant, los engrasó cuidadosamente con mantequilla y los enharinó a continuación.
En otro recipiente puso la mantequilla, que previamente había dejado a temperatura ambiente para que se reblandeciese, y el azúcar glas para mezclarlos. Le gustaba el tacto de la mantequilla cuando estaba en pomada. La suntuosidad que transmitía a sus dedos le recordaban al suave tacto del seno de una mujer.
Montó la mantequilla con el azúcar, agitando con velocidad la varilla y añadió los huevos para seguir montando.

Recordaba que, desde las primeras conversaciones con el accionista, intuyo que las cosas no iban a ir bien para el. Habían contratado a un “figura” como director general al que conocía desde hacia años y a partir de entonces empezó el infierno. Se dedicaron desde el primer momento a poner en práctica todos los capítulos que contiene el manual del “mobbing”.
Cada día de trabajo era un sufrimiento continuo. Era acosado, cuestionado, humillado….y el aguantaba estoicamente.
O eso es lo que el creía.
Sabia que no había hecho nada que justificase aquello. De su trabajo anterior, no había nada que pudiesen cuestionarle, salvo, quizás, haber llegado demasiado arriba, con los consiguientes ataques de cuernos, para un hombre, falto de personalidad, que lo había empujado a eso y que después no supo digerir que alguien le pudiese hacer sombra.
El aguantaba cada dia con la esperanza de que la situación cambiase y sobre todo por su familia, Intentaba no trasladar a su casa toda la mierda que tenia que soportar, pero era muy difícil, en realidad era imposible y cambió.

Una vez montado, añadió la harina, el cacao, las especias y la sal. Continuó batiendo hasta conseguir la textura que requería e incorporó el chocolate fundido. Le gustaba el chocolate con alta proporción de cacao y es el que utilizaba siempre.
Repartió la masa en los recipientes, los cubrió con film y los introdujo en el congelador. Tendrían que estar una o dos horas.

Ella permaneció en silencio y sin saber que hacer cuando Oscar rompió a llorar. Le preguntó lo que le pasaba, intentó consolarlo pero el solo lloraba con desesperación.
Ya no podía aguantar mas la situación.
Hacia tres días que decidió poner fin a ese suplicio para el y para los que le rodeaban.
Su familia ya no soportaba a la persona en que se había convertido.
Empezó a beber mas de la cuenta, su carácter se volvió agrio e insoportable. Se sentía incomprendido y rechazado por todos.
Lo había perdido todo por una mierda de trabajo por el que había sacrificado toda su vida.
Llevaba dos años sin hacer el amor con su mujer.
Sus hijos, no reconocían al hombre vivía con ellos y que en algún momento dejo de comportarse como su padre.
Sencillamente había tocado fondo y ya no quería seguir.
Se vistió lentamente, en silencio y se marcho de aquella casa, desconocida para el, sin decir ni una sola palabra de despedida.
Sujetaba la cortina con una mano para tapar parcialmente su desnudez.
Lo vio salir por el portal, desde la ventana de su dormitorio, caminando despacio, ajeno al aguacero que estaba cayendo en esos momentos.
Vio como se dirigía a su coche y subía en el.
Arrancó y se incorporó a la avenida.

Los 260 caballos de su Aero empujaron al vehiculo a gran velocidad
Ella intuyó que no tenia ninguna intención de parar cuando se estrelló frontalmente contra el autobús quedando medio coche bajo sus ruedas. Al momento se incendió. Los servicios de emergencia no pudieron hacer nada para sacarlo con vida.
Olvidándose de que estaba desnuda se sentó en la cama y rompió a llorar.

Cerró el libro y se prometió a si mismo que ese no seria su final, a pesar de las similitudes en la historia.
Ningún aprendiz de Torquemada, de misa y comunión diaria, ni ninguna chihuahua con vocación de rottweiler iban a darse esa satisfacción.
Meditó muy despacio cuales serían sus próximos pasos
.

Precalentó el horno a 220 ºC
Sabía que era la parte mas delicada del proceso y le gustaba ser minucioso.
Era fundamental mantener la proporción adecuada entre temperatura, tiempo de horneado y dimensión del recipiente.
En este caso sabia que no bebían estar mas de 12 minutos colocándolos en la parte baja del horno.
Cuando paso el tiempo los saco, dejó que se enfriasen un poco y bordeo el interior del recipiente con un cuchillo para volcarlos delicadamente en un plato a continuación.

Su mujer y sus hijos volvieron del supermercado y se encontraron con la sorpresa del postre.
Fue perfecto, al abrir el bizcocho surgió de su interior una lengua de chocolate líquido como estaba previsto.

El sonreía mientras se lo iban comiendo.

Unas semanas mas tarde ocurrió una terrible desgracia.
Un lamentable accidente de tráfico, había resultado con el fallecimiento de dos directivos de la empresa.
Al parecer la inexperiencia al volante de la directora de personal provocó la salida del vehiculo en una curva cerrada cayendo por un terraplén. Le acompañaba el director general de la misma compañía. Cuando se encontró el vehiculo ambos estaban muertos.

Mientras releía na noticia en la prensa, volvió a sonreír


Un libro


Hemingway escribió este libro en Cuba en 1951.
Cuando lo leí, hace muchos años, me ayudó a entender, que las cosas que merecen la pena custa mucho esfurezo conseguirlas, aunque el resultado final, no sea el que nosotros esperamos.
Breve historia de Santiago, viejo pescador cubano, sin suerte en la vida, abandonado por su único ayudante y despues de 84 días sin pescar absolutamente nada, que cuando logra que pique el gran pez entabla sucesivas batallas, primero con el propio pez y despues con algunos tiburones que se van alimentando del mismo, hasta llegar a puerto.
En este caso, contra lo que opinó una amiga en su blog, creo que es preferible ser alguien que ser algo.
Hasta pronto
H. Chinaski







7 comentarios:

 Mayte dijo...

Bueno...toda una sorpresa toparse con tantos elementos entremezclados, me gustan mucho las historias así, de cierta forma ligadas en un punto irremediable con la sensación de no saber si es un sueño o la realidad o la mezcla justa para dejar flotando el misterio. Encima te pones describiendo el coulant que es otro de mis favoritos en todas sus modalidades de sabores.

El viejo y el Mar lo leí exactamente -bueno me lo leyeron cuando era pequeñina- 23 años o asi, luego lo he leído y tienes razón te deja una sensación de tranquilidad...como si en cierta forma conciliara la idea de la libertad y el amor a lo que uno desea de una forma muy honesta o al menos a mi me lo parece.

Un bikiño.

H. Chinaski dijo...

Hola Mayte

Estuve dudando mucho si publicaba esto o no.
Me cuseta mucho escribir, porque nunca estoy satisfecho con lo que he escrito.
Lo leo, lo releo, lo corrijo una y otra vez, y al final....la gran duda. ¿Es lo suficientemente aceptable como para que esté en el blog?
Casi siempre gana el no, pero como soy una contradicción en forma de persona y he adquirido, conmigo mismo el compromiso del blog, me tiro a la picina.
Me dais mucha envidia (de la sana, por supuesto) l@s que como tu conseguís producir a quien lee vuestros versos o vuestros textos las sensaciones que, al menos yo, siento al leerlos.
¡Quien como tu!

El viejo y el mar me ayudó bastante en mi adolescencia, cuando lo leí por primera vez. Me dió una confianza en mi mismo que no tenía.
De la misma forma que me produjo el mismo efecto Juan Salvador Gaviota, que me ayudó a sentirme especial, a pesar de ser el "raro" de la manada.

Besicos

H. Chinaski dijo...

Perdona por las faltas de ortografía, pero por una vez, no he releido el texto antes de pulsar el botón de publicar.

Más besicos

 Mayte dijo...

Creo que eso nos pasa a todos los que escribimos...dicen por ahí que es buena señal esa la de que nada le guste a uno, no lo sé de cierto. Lo que si es que mientras disfrutes haciendolo lo demás es lo de menos. Al final esto de los blogs es eso...un escaparate para ver de fuera nuestros sentimientos.

Un bikiño.

Shinta dijo...

Todos sus conocimientos sobre primeros auxilios vinieron de golpe, martilleando su cabeza, en el momento que vio caer fulminante a su capitán delante de sus pies.

Escuchó pacientemente sus síntomas; un dolor torácico que le oprimía el pecho, como una losa (como una losa, capullo, cada día encima mio cayendo como una losa); un sudor frio (un sudor frio, como las gotas que recorrían mi frente cada vez que me llamaba al despacho); la boca seca (el estómago vacio); angustia que aumenta con la actividad (angustia, angustia, angustia...); sensación de muerte inminente (cae ya cabrón). Y cayó.

Se podía haber pegado un buen golpe, pero lo sujeté como puede por las axilas y suavicé la caida. Las piernas en el suelo y su espalda tocando mis piernas, escurriendose suavemente hasta quedar boca arriba.

celebrador dijo...

A mi en su momento me ayudó el ejercicio físico, me puse a hacer karate con más de treinta y sin haber hecho ejerccio en toda mi vida

El procedmiento es lo de menos, hay que buscar herramientas de ayuda

H. Chinaski dijo...

Hola y perdonad el retraso en responder.
Shinta
Solo voy a decir que imagino la sonrisa perfilada en tu boca cuando escribiste el comentario.
Amigoplantas
Me temo que somos muchos los que estamos o hemos pasado por ese club en el que te hacen socio aunque no quieras. Me alegro de que encontrases un método eficaz para matar a la bestia.
Yo lo intento....escribiendo

Gracias
Chinaski