domingo, 2 de diciembre de 2012


Hace casi dos años que colgué mi último post.
Podría argumentar muchas razones para  “justificar” esta prolongada ausencia, pero la realidad, la cruda realidad es que no seguí con este ¿experimento?  por que no tenía nada que decir.  La mente humana es torticera y, a veces, sin desearlo, te lleva por caminos en los que deseas ir, emulando a Machado,  ligero, muy ligero de equipaje.
Pido disculpas si con mi actitud a alguien ofendí o molesté, pero …. fue sin intención
No se cuanto puede durar esto. Si se que me llena escribir, y este es un  medio que, modestamente, me parece adecuado para plasmar sentimientos, ideas o cualquier tontería que a uno se le pueda ocurrir (que nadie se de por aludido, hablo de mi).
Y dicho esto recomenzamos

UN DÍA CUALQUIERA



Como un día cualquiera, el despertador suena a las 6,30.
            Como un día cualquiera,  empiezo a buscar un motivo, uno solo, por el que merezca la pena levantarme.
Mi abotargada  mente se resiste, se aferra a ese estado en el que el reposo no provoca dolor.
Desde hace tiempo, la noche, mi fiel y destructora compañera, llena mi vacío cediéndome  parte de su oscuridad, aunque el precio que pago por ello sea muy alto.
De forma mecánica, mi parte consciente me empuja a levantarme. No enciendo la luz de la mesita de noche.  La leve claridad que entra por la ventana, intenta ganarle la batalla a la penumbra y es suficiente para no tropezar con los muebles del dormitorio.
Desde hace tiempo, intento soslayar cualquier acción que acelere el proceso de despertarme. Es algo subconsciente, el cuerpo humano evita cualquier situación en la que sabe que va a sufrir. Y para mi estar despierto implica sufrimiento.
El timbre del microondas me sobresalta, al avisarme del transcurso del minuto de rigor para poder tomar el café a una temperatura aceptable.
Ya es irremediable, estoy despierto y los primeros síntomas empiezan  a  hacer su aparición. El nudo en la garganta, el pinchazo en la zona torácica, la angustia…. después vendrán otros.
El primer cigarrillo, lo consumo sin apenas darme cuenta y enciendo el siguiente. Las volutas de humo adoptan formas caprichosas, las observo mientras espero. Los sorbos de café se suceden mecánicamente mientras la pequeña radio intenta  captar mi atención  escupiendo con énfasis toda suerte de noticias, a cual mas desalentadora, pero mi mente, mi procelosa y retorcida mente esta en otra dimensión.
Te veo junto a mi,  en ese pequeño mostrador de la cocina, tomando juntos el primer café del día, con la bata entre abierta que deja ver parte de tu desnudez y que con un pudor absurdo intentas tapar. Me recuerda los momentos en que, horas antes, nuestros cuerpo se fundieron en uno. Te veo  sonreír mientras me miras, con esa sonrisa franca, sincera que me pone  en serios aprietos para no llamar al trabajo diciendo que estoy enfermo.
Y en un instante todo desaparece.
Miro a través de la ventana. Los árboles del parque me devuelven a la realidad y el viento los mece como si quisieran ofrecerme su consuelo.
 Escucho los primeros trinos de los pájaros y mis ojos, ajenos a mi deseo, se tornan cristalinos hasta formar las primeras lágrimas del día.
De un día cualquiera
Sin ti






Fotografia: Devian Art

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bienvenido como una ola.
...calentando motores para entrar al nuevo año??

Shinta