domingo, 30 de mayo de 2010

LA OUIJA ( I )



Cuando escribo esto es día 7 del mes 7, quizás el día más mágico del año, al menos para mi.
El 7 es el numero mágico por excelencia
Este número no tendría nada de particular a no ser por lo que me ocurrió, hace ya bastantes años, en lo que prometía ser una divertida sesión de ouija entre amigos, un “juego” que traeria consecuencias y cuya practica se toma demasiado a menudo con ligereza.

Fue en los 80. Estábamos en mi casa una tarde de domingo del mes de abril. Mi hermana Rebeca, que estudiaba Arquitectura en Barcelona con otro compañero de nuestra ciudad, Juan, su novia Coral, una amiga común, Carmen, mi novia Marta y yo.


A Carmen la llamábamos coloquialmente "bruja" porque tenía una facilidad pasmosa para leer las cartas del Tarot. A mi, me interesaba todo lo relacionado con la  parapsicología, por lo que había empezado a iniciarme en la práctica de algunos de los campos que la componen Tarot, lectura de la mano, psicofonías, escritura automática y........ ouija.
A veces sientes tener una destreza, una facilidad para hacer cosas que a otros les cuesta mucho esfuerzo o  no consiguen hacer. A mi me ocurría eso con lo paranormal. Soy pragmático y racional, pero tengo la mente abierta. Por eso siempre intento racionalizar los hechos que me ocurren. Buscar una explicación lógica a lo que me pase. Aquí fui incapaz de encontrarla
Siempre he tenido una atracción especial por lo misterioso e inexplicable. Puede ser consecuencia  de un acontecimiento de mi mas tierna infancia, no lo se.
Siendo bebe, contraje una enfermedad que fue agravando mi estado de salud. No recuerdo si se llego a saber la causa. La medicina de la época no era capaz de conseguir que mejorase. Mis padres vivían en una casa de campo entre dos pueblos.  Pienso que el sufrimiento de mi madre, viendo como su primer hijo iba, poco a poco, empeorando y sin recibir siquiera la ilusion  de la esperanza  por parte de los médicos o de la gente que te puede dar consuelo  tuvo que ser angustioso
En casa estaban esperando mi muerte inminente, pero mi madre no se resignaba, así que, cuando ya estaba todo perdido, recurrió a una señora de la que le habían hablado.
Cuando todo esta perdido cualquier cosa puede ayudar

Era una curandera con cierta  fama. Una mujer, como muchas,  de la que se hablaba en privado y que casi nadie reconocía haber utilizado sus servicios.  Vino a la casa de mis padres de madrugada, cuando mi estado ya era critico. Pidió quedarse a solas conmigo y al cabo de una hora salió de la habitación.
Comunicó a mis padres que me salvaría.

A partir de la mañana siguiente empecé a mejorar.

Los médicos horas antes dijeron a mis padres que avisasen a un sacerdote. Este me dio la extremaunción y pidió "resignación cristiana" a una madre que veía como su hijo de corta edad estaba muriendo.

Ni mi madre supo nunca que me hizo aquella buena mujer, ni los médicos daban crédito a que yo estuviese vivo.......pero aquí sigo.




Aquél domingo tuve la “feliz” idea de proponer una sesión de ouija para pasar el rato. La idea  gustó a todos excepto a Coral y a mi novia Marta.
Después de insistir un poco aceptaron a regañadientes.
Habíamos participado anteriormente en otras sesiones y sabíamos lo que había que hacer.
En el salón de mi casa había una mesa redonda, en torno a la cual nos fuimos sentando. Yo tenía preparados recortes con las letras del alfabeto, los números del 1 al 10, y las palabras hola y adiós. No tenia un tablero de ouija al uso, pero no hacia falta.

Estaba anocheciendo, encendí alguna vela, puse luz indirecta para crear ambiente, extendimos las letras y los números formando un círculo alrededor de la mesa. En el interior pusimos las palabras hola y adiós y en el centro del círculo un vaso de vidrio ligero.
Todos apoyamos levemente un dedo en el vaso y nos concentramos durante unos segundos.

Enseguida, el vaso empezó a moverse, al principio lentamente pero poco a poco fue aumentando su velocidad, de forma que era bastante complicado seguirlo por parte de todos.

A pesar de lo evidente, iniciamos el ritual con la pregunta

- ¿Estas aquí?
El vaso se desplazo rápidamente hacia el SI.
Siguiente pregunta

- ¿Quién eres?
Nuevos movimientos hasta rozar las letras y formar palabras

- QUE SE VAYA CORAL
Después de formar la frase, el vaso se situó en el centro de la mesa y dejó de moverse. Todos nos miramos en silencio, hasta que Coral dijo

- Es que yo no creo en estas cosas, lo estáis moviendo vosotros.

Todos negamos haber empujado el vaso y volvimos a rozarlo con las yemas de los dedos.
El vaso seguía sin moverse, ante lo cual, Coral decidió levantarse de la mesa

- Vale, vale, no hay problema. Yo os miro
Al momento el vidrio empezó a moverse de nuevo

 -  Soy  Santi
- ¿Estás muerto?
-  Si
- ¿Qué quieres?
-  Necesito luz
- ¿En que año falleciste?
- 1980

Nos quedamos bastante perplejos por que estábamos en 1981

- ¿De que has muerto?
- Me mataron

La velocidad a la que se movía el vaso era totalmente inusual. Era como si tuviese prisa por contar lo que tenia que decir.

- ¿Cómo te mataron?
- Con heroína adulterada

Continuara 
He reescrito este texto que fue un de los primeros publicados en Requiem por un Postre

Imagenes tomadas de Google
 
 

viernes, 21 de mayo de 2010

EL PANICO (Re)

Me equivoque de post al republicar. Os pido disculpas. El que viene a continuación es el que debía de haber sido publicado.

 

Le gustaba ir a visitar a sus abuelos. Vivian a mas de 100 km y eso implicaba estar unos días fuera de casa y de la rutina habitual.
Tenia a su hermana y a sus primos para pasar el día jugando sin el consabido “estaros quietos”.
Sus padres eran estrictos en la forma de impartir la “educación”. Había que saber lo que era correcto y lo que no, lo que estaba bien y lo que estaba mal y eran inflexibles en lo que se refería a la comida.
No se si de forma consciente o inconsciente, pero querían demostrar que la gente de la ciudad, tenia mejores modales que la del pueblo.

Noche cerrada. La hora de la cena.

La casa era como la mayoría de las casas rurales. Para acceder a la vivienda se subía un considerable tramo de escaleras, que daban acceso a un enorme salón comedor, en cuyo centro se encontraba una mesa de tamaño proporcional al del salón.
La decoración era la típica de los años 60. Muebles recargados y una lámpara colgaba del techo proporcionando escasa iluminación, a pesar de su tamaño.

Era muy niño para comprenderlo.
Las amenazas comenzaron a debilitar su confianza, pero a pesar de ellas se mantuvo firme. No creía que fuesen capaces.


La entreplanta de la casa era poco mas que un hall distribuidor hacia la vivienda y el sótano.
El sótano daba paso a un corral, donde gallinas, conejos y algún que otro animal paseaban nerviosos en sus jaulas, inquietos por la presencia humana. Al fondo del corral había un cubículo, grande que siempre tenia la puerta cerrada y de donde se podían escuchar gruñidos extraños. A veces jugaba allí con su hermana y sus primos, molestando a los animales, pero teniendo sumo cuidado de no acercarse a ese misterioso zulo.
Lo hicieron una vez por error y los gruñidos se transformaron en chillidos agudos que les hicieron salir corriendo despavoridos.
A veces estaba presente cuando sus tíos le preparaban la comida al monstruo y en una de esas ocasiones le contaron que cuando no había nada para darle de comer, a veces desaparecían niños que andaban solos por el pueblo y ya no se volvía a saber de ellos.



Bajó las escaleras a trompicones, arrastrado por la mano paterna. En sus intentos por escapar, se agarraba a lo que podía y acabó con la mano desollada.
De poco sirvieron sus gritos y sollozos.
Cuando llegó al sótano, su mente empezó a visualizar al monstruo. Vio sus afiladas garras ensangrentadas, sus fauces devorando porciones de carne y hueso que producían un desagradable sonido al fracturarlos, pero lo que más le impresionó fueron sus ojos, de color amarillo y que, a pesar de la oscuridad, eran perfectamente visibles.

Un padre inflexible, que parecía sordo ante los desgarradores gritos del niño, continuaba aproximándolo hacia lo desconocido.

El solo pensaba en gritar y prometió no hacerlo nunca más. Hubiese prometido cualquier cosa antes que continuar. Llamaba a su madre con total desesperación, pero nadie respondió a sus gritos
La puerta era de madera vieja. Crujió ostensiblemente al abrirla y la escasa luz que proporcionaba la luna dio paso a la más absoluta oscuridad cuando su padre lo metió dentro.
Permaneció inmóvil , esperando.
El miedo le paralizó y le hizo enmudecer.

Al cabo de unos segundos, la puerta se volvió a abrir y las mismas manos que le habían metido lo sacaron nuevamente al exterior.


Tenía siete años

Fue la primera vez que supe lo que era el pánico.

Jamás olvidare esa sensación.

La causa……..una simple tortilla que me negué a comer.



Un libro


Carta al Padre de Franz Kafka

Compré este libro a los 24 años y me vi reflejado en el en muchos aspectos


Querido Padre:
No hace mucho me preguntaste porque digo que te tengo miedo. Como de costumbre, no supe que contestarte; en parte porque en la explicación de dicho miedo, intervienen demasiados pormenores para poder exponerlos con mediana consistencia. Y si, con esta carta, intento contestar a tu pregunta por escrito, lo hare sin duda de un modo muy incompleto, porque, aun escribiendo, el miedo y sus consecuencias me atenazan al pensar en ti, y porque las dimensiones de la materia, exceden con mucho los limites de mi memoria y de mi entendimiento.
A ti la cosa siempre se te ha antojado muy sencilla; al menos por la forma en que has hablado de ella delante de mi y, sin discriminación, delante de otras muchas personas.
La veías mas o menos así: durante toda tu vida has trabajado duro, lo has sacrificado todo por tus hijos, especialmente por mi; en consecuencia, yo he vivido con todas las comodidades, he tenido plena libertad para estudiar lo que quisiera, no he tenido que preocuparme por mi alimento……………..

Comienzo de Carta al Padre de Franz Kafka

jueves, 20 de mayo de 2010

EL VIAJE I

Este relato fue publicado en mi primer blog Requiem por un Postre hace casi un año. Consta de varios capítulos que ire publicando.

Me desperté inquieto. Otro madrugon para llegar a tiempo al aeropuerto.
La maleta preparada. Un beso de refilón y la promesa de la llamada cuando llegase a mi destino.
Había estado ya dos veces en la ciudad de la luz, pero sentía la misma desazón que con todos los viajes al extranjero cuando iba solo.
Ya en el aeropuerto, observe a los que, como yo, iban a emprender vuelo hacia algún destino. Caras de sueño, una pareja joven que parecía iniciar su “viajedelunademiel”, ella hablando sin parar, el mirando descaradamente las piernas de una rubia con aspecto de ejecutiva. Mal comienzo, pensé.
Por fin se abrió la puerta de embarque y me acomode en mi asiento. Por suerte no había mucho pasaje y pude hacer el viaje solo. Estoy bastante harto de las conversaciones con desconocidos que intentan despistar la “vuelofobia” a base de machacar al compañero de asiento.
Fue un vuelo agitado, el turbo hélice se movía como un tiovivo y no inspiraba mucha confianza, pero por fin, después de dos horas llegamos a Orly.
Recogí mi maleta e indique al taxista la dirección del hotel.
Siempre que he viajado a Paris he elegido el Hotel Du Louvre para la estancia. No es espectacular pero si encantador, es de esos hoteles que te engancha. Reconozco que, si puedo, me gusta ser algo sibarita y el hecho de abrir el balcón de la habitación y tener frente a ti el Louvre ….










Me di una ducha rápida y salí a iniciar las entrevistas que me habían llevado hasta allí.
Para desplazarme, siempre tomaba el metro o el RER (una especie de tren de cercanías) si tenia que salir hacia las afueras. El metro de Paris siempre me ha resultado fascinante. Es un escaparate perfecto para conocer y observar la miscelánea de gente que vive en esa ciudad. En tu vagón te puedes encontrar al drogadicto que con la mayor educación te pide unas monedas, anunciándote de paso que es seropositivo, o al mimo que organiza su espectáculo, o a un señor con aspecto normal, que transporta una caja, la despliega y de ella salen un organillo y un pequeño mono que empieza a hacer piruetas al son de la música. En resumen fascinante.
Después de un día bastante agotador, decidí regresar al hotel, cambiarme y salir a pasear






Cruce por la Plaza del Carrusel, en el museo y avance por el Jardín de las Tullerias que, en otoño, invitaba a sentarse en uno de sus bancos y dejarse llevar por la laxitud del momento. Desde los jardines, se divisaba el Obelisco que era el punto de referencia para acercarme a donde quería ir.
Mi destino era una de las tiendas de alimentación emblemáticas de Paris, Fauchon.
Fauchon representaba un paraíso para un buen gourmand y para mi era visita obligada cada vez que visitaba la ciudad, pero en esa ocasión, el destino quiso que no llegase a entrar en la afamada tienda.


Casi sin darme cuenta, había anochecido. Mientras estaba mirando uno de los escaparates de la tienda, se me acerco una mujer, de unos 35 años, vestida de forma algo informal, con esa elegancia natural propia de las parisinas, atractiva pero no guapa y que desprendía un gran magnetismo.
Obviamente de todos estos detalles me fui dando cuenta mas adelante.
Cuando llego junto a mi, me espeto “Excuse moi monsieur ¿voulez vous venir avec moi?” “Perdón señor ¿Quiere usted venir conmigo?”
Al girarme para ver quien me estaba hablando, me quede sin saber que decir, y al momento le conteste “Oui”.
Hoy, todavía no se por que lo hice, pero ha habido ocasiones en mi vida que he hecho, sin pensarlo, lo contrario a lo que dicta el sentido común y no tengo motivos para arrepentirme.
Claro que en este caso, al momento pensé: ¿es una prostituta?, ¿piensa que lo soy yo?, ¿es una policía? Eres gilipollas, no sabes donde te metes.
Pues no, no acerté en ninguna de mis elucubraciones excepto en la última............

Continuara
 

miércoles, 12 de mayo de 2010

OBSESION



Ya no se donde esconderme, se me acaban los recursos.
Ojala le haya despistado de una vez. Siento  miedo.
No entiendo como me encuentra con tanta facilidad. Cuando más confiado estoy, aparece. Siempre en silencio, sigilosa como una daga. 
Por suerte siempre me he dado cuenta a tiempo y  he podido salir huyendo hasta conseguir despistarle.
Cuando giro mi cabeza, después de una desesperada carrera, ha desaparecido con la  misma rapidez con la que ha llegado.
No consigo saber como.
No se que es lo que quiere, nunca he esperado para saberlo, pero no auguro nada bueno.
Tiene un aspecto  siniestro, siempre vistiendo de tonos  oscuros. Adopta distintas formas. Es como si fuesen  varias, y por eso las formas deben ser diferentes, estoy  seguro.
Debería llamar a la policía, pero  ¿Qué les iba a decir? No me ha hecho nada…. todavía.
Quizás lo que quiere es volverme loco, y por eso aparece y desaparece con tanta frecuencia y rapidez. O quizás es una enviada de la Dama Negra
En una de sus primeras apariciones, estuve a punto de atraparla y se me escapó de entre las manos.
Me asusté mucho, al  comprobar que no tenía rostro. Una mancha oscura, sin rasgos, llenaba el espacio que debían ocupar ojos, nariz, boca,…. A partir de entonces solo pienso en huir, en no dejar que me atrape.
Ando rodeado de gente, eso le hace más difícil encontrarme. Las noches son difíciles. Debo mantenerme despierto o en un duerme vela la mayor parte del tiempo. Se que en el momento en que me duerma profundamente vendrá a por mi y no quiero saber cuales son sus intenciones.



Durante el día, todo resulta más sencillo. Confío en que ellos me podrán ayudar. Hay unos ángeles blancos que se preocupan de mí.
En el jardín se esta bien, hace buena temperatura
 
-          Don  Luis, es la hora. Debe tomar su medicación
-         Claro, hijo, ahora me la tomo….. ¿La has visto hoy?
-         Si, Don Luis, en estos momentos esta a su lado
-         ¿A mi lado? ¡¿pero como…?!

Me he girado al instante y no he visto nada. Cuando he vuelto la cabeza hacia el, la he visto, agazapada, detrás suyo.
Es rápida, muy rápida

- ¡Cuidado!, ¡está junto a   ti!

He sacado con rapidez el cuchillo que Martín había robado en la cocina y me vendió hace unos días

-         Es para mi protección -  le dije


Horas después, sacaban el cuerpo de Don Luis del Hospital Psiquiátrico.
El enfermero declaraba ante la policía como habían sucedido los hechos.

- Pobre hombre, no era peligroso, pero estaba obsesionado con su sombra.  Tuvo la mala suerte de tropezar al moverse hacia mi y al caer se clavo el cuchillo en el corazón. No se como lo pudo conseguir.




domingo, 2 de mayo de 2010

VIVIR EN EL CORREDOR DE LA MUERTE



Llevo tres años viendo las mismas paredes, las mismas grietas. Mi vida transcurre cada día, exactamente igual al anterior, aunque no deja de ser un eufemismo llamar vida a esto. Es la rutina que te va consumiendo hora tras hora. Es la espera de un final que conoces pero no sabes cuando va a llegar.  Pueden ser días, meses o años. Estoy sujeto a extraños designios que decidirán durante cuanto tiempo mas puedo seguir respirando.
Paso horas mirando al techo y recordando imágenes que permanecen vivas en mi retina. Acontecimientos de mi existencia que me llevaron hasta donde hoy estoy.
Pienso a menudo en mis hijos. Frank ya ha cumplido once años y Lisa siete.  Imagino como serán ahora. Frank era igual que yo y Lisa era como su madre. Desde que ocurrió aquello, no los he vuelto a ver.  Ya han pasado tres años.
Cuando me lo permitía mi trabajo, jugaba con ellos, íbamos al campo, al cine. Creo que fui un buen padre.
¿Pero por que pienso en pasado si todavía estoy vivo?
Esta noche no he podido dormir. Una más.
Son las tres, ya vienen a traer esa bazofia que llaman desayuno. Ni siquiera a nosotros nos quieren alimentar con dignidad.
Recuerdo que los primeros meses perdí hasta mi identidad. Solo era un número. Un número que ya no podré olvidar. Los guardias no me llamaban por mi nombre sino por mi número.  Hasta ese extremo quieren alienar a los que estamos en el corredor.
Me dejan salir al patio una hora al día. Es el mejor momento. Vuelvo a ver la luz aunque sea rodeado de hormigón y de guardias armados. Veo que el sol sigue saliendo, a pesar de mi situación, como si no pasase nada.



Mi madre viene a verme cada quince días.
Es la única que lo hace desde el principio.
Es la única que no me dio la espalda, aunque no lo aceptó.
Es la única que me quiere a pesar de lo que hice.
Siempre he pensado que ser madre, transforma a la mujer en un ser especial para  con sus hijos.
Sus visitas resultan cada vez más dolorosas para los dos. Yo acerco mi mano al cristal blindado y ella apoya la suya desde el otro lado, intentando establecer un contacto físico  imposible. Intentando que el cristal se convierta en  vehículo de calor y sentimientos.
Con la mano libre cogemos el teléfono y ella me cuenta las novedades de los últimos quince días. Intenta que no pierda la esperanza. La resolución de la apelación esta próxima y el abogado me ha dicho que hay muchas posibilidades de que se tenga que repetir el juicio.  Me dice sin  mucha convicción, pero intentando que yo lo crea.
Ha envejecido treinta años en tres.
Profundas arrugas, antes inexistentes, surcan un rostro que ahora tiene una permanente expresión de tristeza. Sus hermosos ojos están hundidos y sin vida, sin la chispa que les daba esa belleza.  Las  lágrimas derramadas los han secado.
A pesar de eso, en cada despedida, veo como se tornan vidriosos y reprime sus ganas para no hacerme sentir peor. Los míos siguen su ejemplo.
Pega al cristal las últimas fotografías de mis hijos para que vea como están y yo tengo que morderme el labio para no gritar de dolor.
Llorar aquí no es fácil. Nadie debe verme. Solo  puedo aprovechar las horas de soledad que  paso en la celda.

Hoy ha venido mi madre con mi abogado.
Traian noticias
Después de repetir el ritual de la mano en el cristal, el abogado ha cogido el telefonillo.
 Yo lo sabía antes de que me lo dijese.
Sus caras hablaban por ellos, especialmente la de mi madre.
En esta ocasión,  a la vez que el abogado me lo comunicaba, mi madre y yo nos estuvimos mirando.
Ninguno de los dos nos pudimos reprimir. Las lágrimas afloraron  sin obstáculos, como si se quisiesen desquitar de haber permanecido tanto tiempo ocultas. Ya no me importaba que me viesen.

No habrá  repetición del juicio. La apelación ha sido rechazada.
La fecha de la ejecución  ha sido fijada para dentro de veintiocho días.
Pronto, el corredor de la muerte tendrá un inquilino menos.

Aunque no se por que, he tenido una sensación de paz y liberación después de conocer la noticia.
Solo lo lamento por mi madre. Por muy fuerte que sea, ninguna esta preparada para ver morir a un hijo