jueves, 6 de agosto de 2009

VACACIONES

Viví en una casa de campo. Pasé parte de mi infancia entre árboles, estando todo el tiempo que me dejaban en la calle, rodeado de naturaleza. Me gustaban las cuatro estaciones del año, lo pasaba bien en cualquiera de ellas.


Quizás, el verano era la más divertida. No había que ir a la escuela del pueblo. Tenía la piscina en casa y cada año, pasábamos un mes en la playa, en casa de unos amigos en San Sebastián.

Los recuerdos de San Sebastian son algo confusos. La lluvia, la Concha, el Monte Igueldo……
Las maratonianas jornadas de playa de más de ocho horas que, acompañadas de un potingue esparcido por la piel, puesto de moda entonces y cuya base era grasa de ballena, me garantizaban algunas noches sin pegar ojo y con el cuerpo del color de una fresa.

Nunca fui capaz de entender la razón por la que cada año había que pasar por ese trance, sin remisión y cuyo final era siempre una muda de piel como si yo hubiese sido una serpiente.
Tengo muchos recuerdos buenos y dos especialmente desagradables de mis estancias en San Sebastian.

El primero tuvo lugar en la misma playa de la Concha, donde -otra de las cosas que jamás llegué a comprender- había que bajar muy temprano, para conseguir un espacio de un metro cuadrado, con suerte, en una zona en la que las mejores vistas eran las piernas de l@s vecin@s, que habían madrugado más que nosotros.


Donde había que plantar una sombrilla, como símbolo de conquista, que al abrirla acababa rozando a la de los vecinos con la consiguiente protesta y cara de mala leche y que normalmente no usaba nadie.

De ahí el color fresa.

Había que extender, además, varias toallas que corrían una suerte parecida a la de las sombrillas, ya que si a alguien le daba por tumbarse, lo que recibía era algún pisotón de los que transitaban camino del agua y la sombra de los “vecinos conquistadores”, que al sufrir el mismo problema, permanecían en pie con caras de cansancio y aburrimiento.


Los niños, como era mi caso, teníamos el típico divertimento playero del "cuboconpala" que, en un alarde de generosidad, nos permitían usar en una zona entre las toallas y en la que cabía escasamente la anchura de la pala y con las que excavábamos agujeros como si quisiéramos llegar a las Antípodas.
Agujeros que, indefectiblemente, eran ocupados por algún que otro pie despistado con el consiguiente susto para el metepatas y enfado para nosotros por destrozarnos el foso.


Y que decir de las inevitables salpicaduras de arena, producidas en nuestro afán arqueológico al excavar.

Miradas asesinas y ......

“Niñooo no tires arena que manchas”.

Y yo ingenuamente me preguntaba:

“¿Pero de que protestan si ya van todos pringaos de cremas y arena? No entiendo nada.”

Un buen – perdón, mal – día decidí hacer una excursión en solitario hasta la orilla, a recoger agua para iniciarme en esto de la construcción de castillos.

Fue más o menos como cruzar por una pista de entrenamiento de los marines americanos. Sorteando pies, piernas, toallas, bolsas….pero al fin lo conseguí. Después de llenar hasta el borde el recipiente, o sea el cubo, inicié el camino de regreso hasta el campamento.

Pero, de una forma absurda, me desvié de la línea recta y después de un buen trecho recorrido y haber escuchado varias veces el típico:

“Niñooo cuida con el agua que me mojas”

A lo que yo, ingenuamente otra vez, me volvía a preguntar:

“¿Pero no se viene aquí a eso precisamente? No entiendo nada”

Fui consciente de que la fatalidad se había cebado conmigo haciendo que me perdiese.
Paré en un claro en el bosque de toallas y sombrillas, miré a mi alrededor hasta donde mis ojos alcanzaban a ver y vi gente de todo tipo, alcurnia, colores, etc., pero no vi a mis padres.

Y la angustiosa sensación inicial dio paso a un reparador llanto en forma de gritos de llamada con muchos decibelios de por medio.

La comuna vecinal de conquistadores, reparó en mi presencia y con una lucidez digna de encomio me preguntaron:

“¿Niño te has perdido?”.

Con las consiguientes apostillas como :

"Si es que algunos pdres tiene una pachorra...

Yo no me molestaba ni en mirarlos, que bastante tenía ya con lo mío, pero era para contestar:

“No, es que me apetece llorar llamando a mis padres a gritos”

"¡Pues claro que me he perdido!"

Mis padres, por fin, debieron de escuchar los gritos y vinieron a rescatarme.

La segunda fue un poquito menos traumática, pero la sensación que sentí fue la misma. Básicamente, porque me ocurrió lo mismo, pero en la calle.

Íbamos paseando una tarde y yo me quedé un poco rezagado, sin darme cuenta de que habían girado por una esquina. Cuando levanté la vista y vi que no estaban me quedé paralizado y empecé a reconocer la sensación de angustia que, de manera familiar, me asaltaba en estos casos.
Por suerte, esta vez duró poco, porque se dieron cuenta de que no les seguía y volvieron sobre sus pasos.
Rescatado al fin.

Anécdotas aparte, lo pasé muy bien durante esos años en La Bella Easo.
La experiencia me sirvió para sacar y aplicar dos conclusiones.

Una me encantan la playa y el mar. Y dos aborrezco las aglomeraciones y mucho más en las vacaciones.
Por eso elegí un sitio tranquilo. En el Mediterráneo. Donde, no tienes que sujetarte a un horario, ni pisar la cabeza de nadie para llegar a la orilla del mar y escuchar el murmullo de las olas.

Felices vacaciones

H. Chinaski

8 comentarios:

© Capri dijo...


Pues veo que no quedo grabado mi comentario anterior.

Decirte que yo también tuve la suerte de criarme en el campo, y como no, las vacaciones eran el comienzo de aventuras, de expediciones y de alguna que otra trastada ... jajaja... ays que mala era , bueno mala no un poco traste.

La playa cerca, muy cerca, la city tb pero con las ventajas de vivir y disfrutar de la libertad que en aquellos tiempos gozabamos de quienes nos criamos en una aldea.

Y la playaaaaa genial pero con sus torturas:

La lata de nivea azul, distribuida por todo mi cuerpesito, vamos un pitufo. y luego claro la arena toda pegada, total que al llegar a casa mi madre al bañarme me hacia un peeling completo jajjaja,...

las cuatro horas de rigor para esperar a hacer la digestion ,. uyssssssssssss que malo, y los demas en el agua.

Pero todo esto compensaba el verano, que aqui es corto muy corto, daba igual ponerse como una gamba durante una semana, mudar la piel desde los pies hasta la punta de la nariz jaja

eso si yo nunca me perdí, y mas me valiera no hacerlo, si no un cachetito en el culete, solo una vez, buscando conchitas en la orilla una ola me enterro la cabeza y casi la palmo... pero eso una historia que ni me acuerdo, solo la cuenta mi tia que era la que me estaba cuidando y x lo que dice la bronca de mis padres fue tan grande que a pesar de los años pasados nunca la olvidará

Un besote y felices vacaciones

H. Chinaski dijo...

Creo que fueron similares para muchos de nosotros. Las vacaciones, quiero decir.
En cualquier caso, a mi me quedó el vicio de la playa y el mar, lo que no deja de ser una putada cuando vives a 250 km de la más cercana.

Pero.... nada es perfecto
Por lo menos aquí

Besicos y lo mismo para las tuyas

 Mayte dijo...

Las vacaciones...yo siempre las tomo cuando todo el mundo vuelve...costumbres que no pienso cambiar, o mania de andar contra reloj...en todo caso que disfrutes mucho de ellas y te esperamos a la vuelta!

Un bico grande.

H. Chinaski dijo...

Mayte
Nunca me han gustado los agostos y cuando puedo los evito, pero este año toca así.
Está bien poder elegir cuando las disfrutas
Te deseo que lo pases bien tu también.
Volveré a primeritos de septiembre, pero me iré conectando de vez en cuando

Muchos besicos

/ dijo...

Debe ser genial vivir y pasar la infancia en el campo! Es absolutamente entendible que no te gusten las multitudes, con lo que te ha pasado! Lo importante es que disfrutes de tus vacaciones, seguramente muy merecidas.

Muchas gracias por el comentario.

UN ABRAZO.

Shinta dijo...

Me has hecho recordar las insulsas vacaciones de mi infancia.

Días y días de hastio en casa porque mis padres no eran partidarios de playa (por miedo y por no saber nadar) ni montaña (por miedo de posibles extravios).

Días y días de lecturas juveniles y ensoñaciones. Por eso mismo, puedo presumir más de haber leido que de haber escrito.

De haber leido, que de haber vivido.

Ahora leo, vivo, nado y vuelo.

Bona nit.

H. Chinaski dijo...

Hola a tod@s
Nuevamente disculpas por el retraso (acabo de hacerlo en el otro blog)

Stanley
Hoy puedo decir que si, que fué genial. En aquella época....no me entraba mucho, la verdad.
Gracias a ti por el tuyo

Un abrazo

Shinta
Discrepo contigo respecto de llamar insulsas a las vacaciones.
Las vacaciones por definición son la pera, aunque te aburras.
Yo tampoco estaba contento con las que tenía. Siempre deseamos lo que no tenemos.....hasta que lo conseguimos.
Puedes decir con orgullo que adquiriste operfeccionaste tu hábito de lectura, que es mucho

Un beso

Shinta dijo...

Querido Chinaski.....cuanto te quiero!!

;-)