domingo, 22 de agosto de 2010

MARIPOSAS NEGRAS ( II )



Al principio me sorprendió encontrar a una persona mirando la cúpula, pero enseguida reconocí a Javier.



Eugenia me había avisado de su llegada. Ella había tenido que marcharse unas horas y no podría estar para recibirle. Puesto que nos conocíamos, Eugenia me pidió que se lo explicase y que le esperase en su casa. También me había dicho que Javier tenía algún tipo de problema que le obligaba a dejar la ciudad por un tiempo, pero que confiase plenamente en él.


Nos saludamos con cordialidad. Había empatía entre nosotros y se notaba a pesar de lo poco que habíamos hablado.


Le expliqué lo que me dijo su hermana y dándome las gracias quedamos en vernos más adelante para charlar más despacio. Salió de la Iglesia para dirigirse a casa de Eugenia.






Me preparé para continuar con mi trabajo e inicié la subida del andamio. Cuando estaba a mitad de ascensión recibí una visita inesperada


Reconocí la melena negra azabache, las formas voluptuosas y el gracejo al andar, a pesar de la distancia y la llamé



- ¡Flor!


- ¡Hoooolaaa!


- ¡Has venido!


Comencé a desandar el camino recorrido y bajé a saltos el espacio que me quedaba hasta el suelo.


La abracé cuando la tuve a mi alcance y la besé con pasión, olvidando por unos instantes que nos encontrábamos en un lugar de culto.


Estaba perdidamente enamorado de esa mujer. A pesar de que por su profesión, no podíamos vernos todo lo que deseábamos, teníamos la convicción de estar hechos el uno para el otro.


Flor Trujillo, soprano de éxito, viajaba constantemente y eso dejaba poco tiempo para las relaciones de pareja. A pesar de eso, compaginábamos bien los escasos momentos libres que teníamos. Mi profesión permitía mayor libertad de movimientos y me desplazaba con frecuencia a las ciudades donde Flor tenía alguna representación.






Después de los primeros y efusivos momentos, Flor quiso ver mi última creación y se acercó hasta la parte inferior de la cúpula. A esa distancia, los detalles de mi trabajo no se apreciaban bien, pero aún así frunció el ceño. Quiso subir para verlo mejor.


Cuando ya estaba en la parte alta del andamio, su rostro cambió y puso una expresión de ira contenida.






- ¿Por qué lo has hecho? – le preguntó a Carlos


- ¿Por qué he hecho, qué?


- ¿Por qué has pintado su rostro?


- ¿El rostro de quién?






No comprendía lo que me estaba diciendo. No sabía a donde quería ir a parar.






- ¡El rostro de ella! ¡No te hagas el sueco!


- No se de que me estás hablando


- ¡Sabes perfectamente de que te hablo, esa es la cara de Eugenia Ángel! ¿Te inspiras en ella para la pintura? ¿también ha posado desnuda para ti? ¡Y ahora me dirás que no hay nada entre vosotros, que solo son imaginaciones mías!


- ¡Por supuesto que son imaginaciones tuyas y por supuesto que no hay nada entre nosotros! La única mujer que hay en mi vida eres TU.






Tuve que armarme de paciencia hasta que logré hacer entrar en razón a Flor. Conseguí convencerla de que la mujer de la pintura no era Eugenia Ángel y de que ella era la única que ocupaba mi corazón.


Arrepentida por el infundado ataque de celos, me pidió perdón y me sugirió una apetecible compensación.


Solo podía a estar unas horas en el pueblo, así que decidieron marcharse a casa de Carlos a disfrutar del poco tiempo que tenían


Conocí a Flor en un coctail que se celebró un año antes en casa de un amigo común, después de una representación. Me enamoró en el escenario, pero cuando me la presentaron, sentí una irrefrenable atracción por ella. La voluptuosidad de sus formas, sus increíbles ojos verdes y su imparable verborrea hacían que desprendiese un magnetismo del que era difícil desprenderse. Congeniamos bien y estuvimos charlando mucho rato. Entonces no sabía si tenia pareja, pero la invité a comer al dia siguiente. Rechazó amablemente mi invitación por que salía de viaje, pero aceptó desayunar conmigo. Al principio no comprendí el mensaje que me estaba lanzando y puse cara de estúpido. Su sonrisa me hizo caer en la cuenta y me sentí todavía mas estúpido.


Pasamos lo que quedaba de noche juntos, en mi casa, y fue la confirmación de que esa atracción casi animal que me produjo no fue un espejismo. La fuerza que transmitía en el escenario era su naturaleza y también la llevaba al terreno personal. Me enamoré perdidamente de ella.














No me costó demasiado tiempo en localizar la casa de Eugenia.


Las indicaciones que me había dado Carlos, fueron suficientes para encontrar el palacete del siglo XVI, que era la residencia del matrimonio. Para acceder a él, había que pasar por un gran portalón que daba paso a un inmenso jardín y una zona asfaltada que conducía a la entrada de la casa.


Bajé del coche. Un empleado de la casa se hizo cargo de mi escaso equipaje y me acompañó hasta el salón indicándome que mi hermana no estaba, volvería pronto. Le había dado indicaciones de que me acomodase y esperase su llegada.


No tardó mucho , apenas había terminado de distribuir mi ropa en los armarios de la inmensa habitación de invitados cuando escuché la llegada de un coche a la casa y la inconfundible voz de mi hermana dando instrucciones al servicio.


Vino enseguida a la habitación y nos dimos un abrazo. Seguía siendo la misma mujer nerviosa, y vivaracha de siempre. Después de habernos saludado, empezó el interrogatorio.


- Me tienes muy preocupada, tienes que contármelo todo.


Durante el viaje, estuve sopesando la posibilidad de contarle le verdad, pero decidí que no era buena idea. Confiaba plenamente en ella, pero cuanta menos gente supiese lo que estaba ocurriendo, mucho mejor. Opté por dar la misma versión que a mi ex mujer. Desde hacía unos años, rechazaba la escolta policial (eso era cierto) que me ofrecieron por las amenazas recibidas de un grupo terrorista. Le conté que en la última detención de activistas del grupo, se habían encontrado documentos que me señalaban como objetivo prioritario, por lo que la policía me recomendó que desapareciese una temporada con la consigna de no revelar a nadie mi nueva residencia.


Aceptó la explicación con una cara que reflejaba una cierta desconfianza, no en vano, me conocía bien y era la primera vez que me tomaba en serio esas amenazas. Eso le sorprendía. Acordamos que daría instrucciones a su gente para que no comunicasen a nadie mi presencia en su casa. El coche quedó encerrado en el garaje y yo me dispuse a prepararme una zona de trabajo en la habitación. Disponía de una mesa-escritorio, conexión a Internet y la tranquilidad necesaria para poder pensar en los siguientes pasos a seguir. Mientras encendía un cigarrillo, escuché la llegada de un vehículo y me asomé con discreción a la ventana.


El coche me resultaba familiar y cuando paró delante de la puerta de entrada y vi a Marconi, mi corazón se aceleró.


Fabio Marconi, subjefe de la Policía Urbana, hombre de confianza y subalterno de Galindo. Los dos aparecían en el informe que me envió el constructor como personas implicadas. El hecho de que Marconi estuviese allí no era una buena señal. La búsqueda había comenzado demasiado pronto. Creí que dispondría de más tiempo pero habían sido muy ágiles.






Un empleado de la casa abrió la puerta y después de una breve conversación le hizo pasar al interior. A los pocos minutos vi que volvía a salir, subió al coche oficial y se marchó.


Eugenia vino a la habitación antes de que el coche se perdiese de vista por la carretera de acceso a la casa.






- Han preguntado por ti


- Lo se. Conozco a esa persona. ¿Qué te ha dicho?


- Quería saber si estabas aquí o si sabía donde encontrarte. Ha dicho que el alcalde necesitaba verte con urgencia y no había forma de localizarte.


- ¿Y que le has respondido?


- Pues lo que hemos hablado. Que no te había visto desde hacia semanas y no me informabas de tus movimientos, así que no sabía donde podías estar.


- ¿Te dijo quien era?


- Si, y también me dijo que si te veía, te comunicase que el alcalde tiene mucho interés en hablar contigo.


- Ya…………


- Mira, esto, resulta muy extraño. Me dices que te ha amenazado un grupo terrorista y que te vas a esconder una temporada. Nunca habías hecho caso de esas amenazas. Incluso rechazaste la escolta que te ofrecieron, y ahora, de repente, te asustas y huyes.






Tenía razón en la inconsistencia de mi argumento, pero no estaba dispuesto a poner a nadie más en peligro


Continuará


martes, 17 de agosto de 2010

MARIPOSAS NEGRAS



Después de haber manchado el buen nombre de la poesía con vanos intentos de construir versos.
Después de unos días de vacaciones junto a mi deseado mar.
Después de haber dedicado un poco de tiempo a mi otro blog Réquiem por un Postre.
Después de un periodo sin publicar……
He decidido recuperar las sensaciones que me despiertan construir un relato.
Pero esta vez va a ser de una forma diferente.
En sucesivas entregas, podréis ir desgranando la trama de una historia que pretende ser la adaptación a los tiempos actuales de algo escrito hace más de un siglo
En la última entrega colgaré un resumen de la historia en la que me he basado y los nombres reales que el autor utilizó para sus personajes
Al tener cierta extensión, he preferido poner, antes de la primera parte, una breve descripción de mis personajes para facilitar la lectura.

Sin ninguna pretensión ni presunción por mi parte, sería un buen ejercicio, para quien le apetezca, intentar descubrir cual es la historia en la que me he basado.
Para estimular el interés, l@s que acierten tendrán un premio



PERSONAJES

Javier Ángel, Concejal. Descubre un caso de corrupción que afecta al alcalde de su corporación
Eugenia Ángel, hermana de Javier Ángel, casada con un acaudalado marqués. Ayuda a su hermano cuando este decide huir.
Carlos Carvajal, pintor de renombre. Ha pintado retratos para el Marqués y su familia, incluida su mujer, con la que mantiene una buena amistad. Actualmente pinta una cúpula de la Iglesia, del pueblo donde la Marquesa tiene su residencia
Flor Trujillo, cantante de ópera enamorada de Carlos Carvajal. Mujer de belleza salvaje, deseada por muchos hombres.
Galindo, jefe de la policía urbana. Funcionario corrupto y vinculado a clanes mafiosos. Dispuesto a todo por dinero. Desea conquistar a Flor Trujillo
Marconi. Subjefe de policía.
Lucas Tello. Abogado de la corporación municipal





Primera parte


El tráfico estaba intratable a esas horas y probablemente llegaría tarde a la reunión. La pericia del conductor del coche oficial no era suficiente para sortear los semáforos y al resto de vehículos. Cogí el IPhone y llamé a mi secretaria para anunciarle mi retraso.
Me quedaba al menos media hora para llegar a mi destino, así que decidí aprovechar el tiempo. Encendí el portátil e inserté el cd que habían depositado en el buzón de mi casa. Lo había revisado por encima y lo que vi me asustó. Contenía grupos de documentos escaneados, anotaciones de ingresos bancarios, algún video grabado en condiciones defectuosas y una breve carta de presentación del contenido.
Era una bomba. Había material suficiente para provocar una debacle política y, probablemente, para llevar a prisión a varios altos cargos de la corporación municipal, incluido su máximo representante.
La carta de presentación era escueta. Un importante promotor inmobiliario la había redactado, presentándome todas las pruebas que implicaban a los altos cargos y a él mismo, en un claro caso de prevaricación. Él había huido al extranjero cuando empezó a recibir mensajes anónimos amenazando su vida y la de su familia. Su desconfianza inicial le llevó a recopilar las pruebas que le guardasen las espaldas, pero no había sido suficiente.
El IPhone me anunció la entrada de una llamada con número privado y por unos instantes dudé en responder, pero por fin contesté.

- Dígame
- Escuche atentamente lo que voy a decir por que no lo repetiré. Si no abandona su idea de llevar a la policía la información que tiene, secuestraremos a su hijo y le iremos enviando uno a uno los dedos de sus manos y de sus pies. Considere que el futuro de su hijo está en sus manos. Le vigilamos, conocemos sus movimientos y no amenazamos en vano.

La comunicación se interrumpió cuando mi interlocutor, con voz distorsionada, colgó con brusquedad.
Me costó unos segundos asimilar el contenido de la llamada. Permanecí con el teléfono pegado a la oreja sin reaccionar.
Cuando me di cuenta de la gravedad de la amenaza, llamé inmediatamente a mi exmujer y le pregunté por mi hijo

- ¿Cómo que donde esta Javi?, ¿Dónde va a estar a estas horas?, en el colegio, ¿Dónde sino? ¿Qué ocurre Javier?
- No te lo puedo explicar por teléfono. Llama al colegio y di que ha surgido un problema familiar grave y vas a ir a recogerlo. Diles también que estará fuera unos días.
- No voy a hacer nada de eso hasta que no me expliques lo que ocurre
- Te lo explicaré en cuanto hayas recogido al niño. Ve con él a casa de tus padres y espérame allí. No estoy jugando. El asunto es grave.

Su ex mujer colgó el teléfono con la promesa de que cumpliría sus indicaciones inmediatamente.
Dio instrucciones a su chofer para que se dirigiese a su domicilio y llamó de nuevo a su secretaria para que le anulase todas las citas previstas para ese día.



Llegué a casa y me senté en mi sillón preferido.
Vivía solo desde mi separación y la casa desprendía un toque personal. Había querido plasmar en la decoración de la misma, lo que más me gustaba. Hice de los 60 m2 un lugar íntimo, agradable para vivir. Sin estridencias, pero cómodo. Era un ático con chimenea y una inmensa terraza que había convertido en un vergel.
Pensé en la amenaza recibida y decidí cuales serían mis siguientes pasos. Era rápido tomando las decisiones correctas en situaciones difíciles. Ese era uno de mis principales valores y me sirvió para ascender en mi carrera política a una velocidad poco habitual en el entramado del partido.
Hice una copia del DVD y preparé una maleta con lo imprescindible para pasar unos días fuera de casa.


Cada vez que ponía el coche en marcha me producía la misma sensación de poder. El ronroneo del poderoso motor, me gustaba, me infundía seguridad.
El Aston Martin fue un capricho caro, pero era el único vicio que me permití en años.
Salí del garaje y me dirigí a casa de mis ex suegros. Confiaba en que mi ex mujer ya habría llegado con nuestro hijo.
Las explicaciones fueron cortas pero contundentes. Les dije que había recibido la amenaza de un grupo terrorista y no quería que corriesen ningún riesgo. Hasta que se tranquilizase la situación era conveniente que abandonasen la ciudad
Mi ex suegro asumió la gravedad de la noticia y decidió ir por un tiempo a la casa que tenían en el Pirineo. Casi nadie conocía su existencia y, en principio, era un lugar seguro.
Me pareció bien y mientras preparaban lo necesario para el viaje, me despedí prometiéndoles mantenerme en contacto.

Pasé por el banco y deposité en la caja de seguridad el original del DVD
La copia la envié desde Correos a mi abogado con instrucciones de que la entregase a la policía judicial si me ocurría algo
El coche, respondiendo a mi nerviosismo, salió disparado en dirección al pueblo donde vivía mi hermana Eugenia.
Tenía un largo trecho por recorrer.



Mientras devoraba kilómetros por la autopista llamé a Eugenia para anunciarle mi visita. Le conté brevemente que tenía un problema grave, que confiase en mi y que necesitaba su ayuda.
Eugenia estaba casada con un noble adinerado y estaba pasando una temporada en la casa señorial del pueblo de su marido.
Quedamos en vernos en la Iglesia.
Eugenia me explicó que estaba financiando la pintura de una cúpula de la Iglesia. La ejecución de la obra la llevaba a cabo Carlos Carvajal. Pintor de renombre, que ya había pintado algunos retratos para la familia de mi hermana.
Yo había coincidido con él en algún acto público y desde que me lo presentó mi hermana, me cayó bien. No tenía las rarezas propias de los artistas, ni la petulancia de los que han conseguido el éxito en su profesión.

Una hora mas tarde entré en el pueblo y localicé la Iglesia. Aparqué el coche en los alrededores de la plaza de la Iglesia, en una zona discreta. Caía un sol de justicia y cuando crucé la puerta principal, sudaba.
Una agradable temperatura me recibió al entrar en el templo. También experimenté una sensación de tranquilidad, de bienestar, que me tranquilizó.
A esas horas, el templo estaba vacío. Busqué a Eugenia, pero allí no había nadie. Vi el andamio que se había montado para poder pintar la cúpula y los útiles de trabajo del artista. La obra representaba una escena bíblica en la que Jesús de Nazaret se aparece a María Magdalena después de resucitar Estaba basada en el cuadro que Tiziano pinto en 1512 representando esa escena.
Mientras admiraba la parte de la obra que estaba hecha, oí ruidos junto a la puerta de la sacristía y al abrirse esta apareció Carlos Carvajal, embutido en un mono de trabajo completamente manchado que le daba aspecto de pintor de brocha gorda, más que del artista que era.

Continuará